Subrayó la urgencia de la situación: "No podemos darnos el lujo de seguir perdiendo campos y tierras de cultivo. Tenemos que encontrar una manera mejor, una manera diferente".
Frente a un panorama donde solo quedan 2 millones de campos en funcionamiento, una cifra muy por debajo de los 6.8 millones en la década de 1930, Vilsack hizo hincapié en la necesidad de adoptar prácticas y cultivos agrícolas climáticamente inteligentes, impulsar la producción de biocombustibles y fomentar la comercialización local y regional.
Desde la administración Biden, explicó Vilsack, se están planteando iniciativas alternativas para aumentar los ingresos y brindar apoyo a las operaciones agrícolas pequeñas y medianas. Entre estas, se destacan una inversión de 50 millones de dólares en subvenciones para proyectos destinados a expandir la producción nacional independiente de fertilizantes y 157 millones de dólares en asistencia para 675 proyectos destinados a ayudar a agricultores y a pequeñas empresas rurales a instalar sistemas de energía renovable o mejorar la eficiencia energética.
El USDA ha comprometido una parte significativa de su presupuesto para promover el mercado de productos básicos producidos de manera sostenible y servicios ambientales, como prácticas que secuestran carbono en el suelo y las plantas o reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Para ello, ha asignado 3.100 millones de dólares para 141 proyectos piloto para explorar la agricultura climáticamente inteligente.
Vilsack también mencionó la apertura del Departamento del Tesoro para que los biocombustibles sean elegibles para créditos fiscales en la producción de combustible de aviación sostenible con bajas emisiones de carbono, abriendo un mercado potencialmente amplio y prometedor.
La intervención de Vilsack culminó con el anuncio de su participación en la gran inauguración de una planta en Georgia que produce combustible de aviación sostenible a partir de etanol, representando un avance significativo en la dirección que su administración propone.
Estas estrategias, según Vilsack, no solo pretenden proteger los campos existentes sino también ofrecer una oportunidad empresarial para las pequeñas y medianas empresas, equilibrando la necesidad de una agricultura de gran producción con el soporte y crecimiento de los establecimientos más modestos.