El campo estadounidense enfrenta un duro golpe tras la decisión de la administración de Donald Trump de congelar parte del financiamiento otorgado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Esta medida ha afectado a cientos de productores que dependían de subsidios y préstamos para mantener sus inversiones y sostener la producción. La incertidumbre crece, y algunos agricultores advierten que podrían enfrentar la bancarrota en pocas semanas si los fondos no son liberados.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Nate Powell-Palm, un agricultor orgánico de Belgrade, Montana, quien esperaba un subsidio de $648,000 del Servicio de Comercialización Agrícola del USDA para la construcción de un molino de alimentos balanceados. Este proyecto representaba una oportunidad clave para la supervivencia de unos 150 productores de granos orgánicos en la región. Sin embargo, la suspensión de los fondos ha obligado a Powell-Palm a detener la construcción, dejando toneladas de alfalfa sin usar y deudas impagas con proveedores de equipos en Colorado.
Powell-Palm, junto con otros agricultores, viajó recientemente a Washington D.C. para presionar al Congreso y exigir la liberación de los fondos congelados. "Solo queremos recibir el financiamiento aprobado. Estamos tratando de hacer lo que el presidente dice: vender más productos a nivel local, pero necesitamos el respaldo que se nos prometió", declaró en referencia a un posteo de Trump en su red social Truth Social donde instaba a los agricultores a priorizar la producción para el mercado interno.
Un campo en crisis: congelamiento de fondos y guerra comercial
La situación se agrava con la reciente escalada en la guerra comercial impulsada por Trump, quien impuso aranceles a productos de Canadá, México y China, generando represalias de estos países. Las tarifas, si se mantienen después del 2 de abril, impactarán en el sector agrícola estadounidense, que exporta $191,000 millones anualmente. Los costos para los productores se incrementarán y los precios de los alimentos podrían subir para los consumidores, advierten las asociaciones agrícolas.
Mientras tanto, la congelación de fondos del USDA ha afectado múltiples áreas de la producción agropecuaria. Desde pequeños productores hasta grandes operaciones han visto canceladas subvenciones esenciales para conservación de suelos, prácticas agrícolas sostenibles y expansión de mercados.
"Se suponía que la administración de Trump mejoraría la red de seguridad para los agricultores, no que la desmantelaría", afirmó Dave Walton, productor de granos en Iowa. Walton está a la espera de un pago de $6,000 del USDA por su participación en un programa de agricultura climáticamente inteligente, dinero que hasta ahora no ha recibido.
El impacto económico es profundo. En 2024, las quiebras agrícolas en EE.UU. aumentaron un 55% en comparación con el año anterior, según datos del sistema judicial federal. Los agricultores enfrentan no solo la caída de los precios de los granos, sino también el aumento de los costos de insumos y restricciones comerciales cada vez más duras.
El futuro de los fondos del USDA: incertidumbre y presión política
El secretario de Agricultura, Brooke Rollins, ha señalado que se está evaluando la posibilidad de implementar nuevos pagos directos a los agricultores en caso de que la guerra comercial genere más pérdidas. Sin embargo, la falta de claridad sobre la reanudación de los fondos congelados genera una gran preocupación.
El congelamiento también afecta a programas vinculados a la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), promovida por el expresidente Joe Biden, que destinó más de $20,000 millones para la conservación agrícola y forestal. Aunque la Casa Blanca había afirmado que la suspensión solo aplicaría a proyectos de energía limpia, el USDA no ha proporcionado detalles sobre cuánto dinero ha sido liberado ni cuándo podrían retomarse las ayudas.
Mientras tanto, los agricultores continúan esperando respuestas. "Si el gobierno firma un contrato, debe cumplirlo. Necesitamos certezas para planificar y producir", enfatizó Jillian Blanchard, vicepresidenta de la organización sin fines de lucro Lawyers for Good Government, que representa a más de 100 productores afectados por la congelación de fondos.
El campo estadounidense, que ha sido un bastión de apoyo para Trump, ahora enfrenta una de sus mayores crisis de incertidumbre financiera. Con granjas al borde de la quiebra y proyectos paralizados, los agricultores buscan soluciones urgentes para evitar un colapso aún mayor del sector agropecuario.