Como todo ser vivo, las plantas pueden sufrir situaciones que afecten su salud si enfrentan momentos en que las condiciones en las que se desarrollan cambian abruptamente o si sufren algún tipo de "ataque", tanto por parte de otros seres vivos como de sustancias químicas.
Según el asesor en nutrición de cultivos de AgroEstrategias Consultores, Ing. Agr. Wenceslao Tejerina, hay dos tipos de estrés que pueden sufrir las plantas.
El más común que suele relevarse y sobre el que los productores tienen muchas herramientas para enfrentar es el biótico: plagas, malezas o enfermedades, que pueden llevarse entre 24 y 25% del rinde.
El otro, sobre el que hay menos información y es el más difícil de identificar a campo, es el abiótico: exceso de radiación ultravioleta, temperaturas demasiado altas o demasiado bajas, heladas, asfixia radicular, déficit de lluvias, presencia de metales pesados o fitotoxicidad por la aplicación de herbicidas. Y estos casos son más graves, porque las pérdidas de rendimiento que pueden generar llegan al 65%. "Por eso es interesante indagar y entender cómo afecta el estrés abiótico a los cultivos, porque si logramos mitigar estos daños, el potencial para ganar rendimiento y mejorar la rentabilidad es muy grande", remarca Tejerina.
Según su punto de vista, no hay mucho que pueda hacerse en casos de estrés abiótico extremo como una fuerte sequía, pero si las situaciones no son tan complicadas, conociendo la fisiología de los cultivos y cómo funciona su balance hormonal, existen en el mercado muchos productos que pueden mitigar o corregir los daños.
"Hay hormonales, con micronutrientes, aminoácidos, ácidos húmicos y fúlvicos, fertilizantes foliares, microbiológicos, que apuntan justamente a trabajar y ayudar a la planta a superar ese estrés abiótico. Hay un espacio con un potencial gigante desde el punto de vista agronómico para ganar rendimientos y rentabilidad", insiste el experto.
Dos alternativas frente al estrés en los cultivos
Según el Ing. Agr. Rafael Olivella, Coordinador Técnico para las regiones Centro, Pampa Húmeda y Buenos Aires Sur de Stoller Argentina & Uruguay, uno de esos productos es Bio Forge Advance.
Es un fertilizante líquido formulado con una combinación exclusiva de NN difenilurea, que se comporta como una hormona (citoquinina), más molibdeno y cobalto, que estimula el crecimiento y desarrollo de la planta bajo condiciones de estrés.
Sus beneficios: aumenta la tolerancia al estrés ambiental, recupera plantas dañadas por heladas, estrés hídrico, herbicidas y temperaturas extremas, previene el aborto de granos y vainas e incrementa la eficiencia de uso de la fertilización nitrogenada.
"Lo que evitamos es que la planta pueda entrar en senescencia prematura, deteriorando los tejidos", explica Olivella.
Dependiendo del cultivo y del daño relevado, la dosis ronda entre 1 y 1,2 litros por hectárea. Los ensayos realizados por Stoller han demostrado una recuperación del 9% del rinde que podía perderse por estrés término y del 15% en cultivos afectados por granizo. En cuanto a los herbicidas, depende de qué producto se haya usado y en qué dosis, pero también en general se logra recuperar parte de la pérdida.
Olivella menciona además que, en situaciones en que el daño por estrés fue detectado muy tarde, se recomienda la aplicación de Stimulate, un biorregulador formulado con tres hormonas fundamentales (citoquinina, auxina y giberelina) que ayudan a la generación de nuevas ramificaciones, a un mayor enraizamiento y a apalancar los mecanismos de crecimiento balanceado de la planta.