En un nuevo capítulo de la guerra comercial que enfrenta a las dos principales potencias del mundo, Estados Unidos anunció que aplicará un arancel del 104% a todas las importaciones procedentes de China a partir de esta medianoche. La decisión, impulsada directamente por el presidente Donald Trump, representa un giro drástico en medio de negociaciones estancadas y genera una fuerte inquietud en los mercados globales.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, confirmó este martes que la medida entrará en vigor desde las 00:00 horas del miércoles, en un contexto donde la posibilidad de un acuerdo con China parece lejana. Según la agencia Bloomberg, las conversaciones están prácticamente bloqueadas, mientras desde Pekín acusan a la administración Trump de "chantaje económico" y afirman que están dispuestos a "luchar hasta el final".
Washington endurece su posición y deja fuera a China
En una postura que profundiza el conflicto bilateral, el asesor económico de la Casa Blanca, Kevin Hassett, declaró en una entrevista con Fox News que Estados Unidos no priorizará negociaciones con China, y que en cambio enfocará sus esfuerzos en reforzar vínculos con aliados estratégicos como Japón y Corea del Sur.
"En este momento, hemos recibido la instrucción de priorizar a nuestros aliados y socios comerciales como Japón, Corea y otros", afirmó Hassett.
Por su parte, el principal negociador comercial de Trump, Jamieson Greer, explicó ante el Congreso que el presidente norteamericano fue tajante: no habrá exenciones ni excepciones en el corto plazo. Greer también reveló que su oficina trabaja en acuerdos bilaterales personalizados con casi 70 países que han solicitado negociaciones comerciales, entre los cuales podría figurar Uruguay.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, tiene programada una visita oficial a Washington la próxima semana, lo que refuerza la idea de que la administración Trump está reforzando lazos con sus aliados históricos, dejando a China en un segundo plano diplomático.
Respuesta inmediata de China y medidas espejo
La reacción de China no se hizo esperar. Pekín anunció una batería de contramedidas económicas como respuesta directa a los nuevos aranceles estadounidenses, que habían elevado los gravámenes sobre productos chinos hasta un mínimo del 54% en semanas anteriores.
Entre las represalias del gigante asiático se destacan:
Nuevos aranceles a importaciones desde Estados Unidos
Sanciones a empresas estadounidenses
Restricciones a la exportación de tierras raras
Suspensión de importación de pollo y sorgo de determinadas firmas de EE.UU.
Investigaciones antimonopolio y antidumping contra compañías norteamericanas
Además, China presentó una demanda formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), a través del mecanismo de solución de disputas, acusando a Estados Unidos de violar las normas del comercio multilateral con sus políticas arancelarias generalizadas.
El impacto global y la incertidumbre de los mercados
La escalada en la guerra comercial amenaza con desequilibrar los flujos globales de bienes y ya genera preocupación entre economistas y organismos internacionales. Los aranceles del 104% representan un punto de inflexión, no solo por su magnitud histórica, sino por el mensaje político que transmiten: una ruptura deliberada en las relaciones económicas entre EE.UU. y China.
Expertos advierten que el conflicto puede tener consecuencias colaterales en otros mercados, afectar cadenas de suministro globales, y provocar aumentos de precios a nivel consumidor. Por otro lado, algunos países exportadores, como Uruguay, ven una posible "ventana de oportunidad" ante la reconfiguración de preferencias comerciales en Estados Unidos.
Un escenario volátil y de difícil resolución
Con ambas partes en posiciones firmes y discursos hostiles, la posibilidad de un acuerdo a corto plazo entre Estados Unidos y China parece cada vez más remota. Mientras Trump refuerza su narrativa nacionalista y arancelaria de cara al proceso electoral, Pekín endurece su posición y busca apoyo internacional para defender sus intereses.
La guerra comercial, que ya lleva años de tensiones y escaladas, entra ahora en una fase más agresiva y con impactos potencialmente más amplios. La comunidad internacional observa con cautela, mientras se multiplican las consecuencias para la economía global.