La estimación de producción de trigo se ha ajustado a la baja en 800,000 toneladas, y se espera una producción de 13.5 millones de toneladas, la más baja desde 2015.
La BCR señala que la recuperación de las lluvias llegó tarde para gran parte de la región pampeana, y factores como la sequía que persistió hasta el 20 de octubre, las heladas tardías y posibles enfermedades fúngicas después de las lluvias han creado una alta incertidumbre sobre los resultados de la cosecha actual.
A pesar de los esfuerzos por lograr un potencial de más de 17 millones de toneladas de trigo, una cifra que se hubiera alcanzado en condiciones climáticas normales, la sequía que persistió durante casi 3 años y 10 meses ha impedido la recuperación del cultivo. Por lo tanto, la estimación actual apunta a 13.5 millones de toneladas.
El rendimiento estimado ha disminuido de 28.3 quintales por hectárea a 26.4 quintales. La provincia de Buenos Aires ha contenido en cierta medida el impacto productivo, pero Santa Fe y Córdoba han experimentado fuertes impactos. Con el avance de la cosecha, se confirman los bajos rendimientos en Chaco y Santiago del Estero.
En el este de Santa Fe, las lluvias iniciales incentivaron la siembra, pero la falta de agua ha afectado considerablemente al cultivo. El rendimiento en la provincia santafesina ha disminuido de casi 29 quintales por hectárea a solo 21.7 quintales, a excepción del extremo sur.
La sequía y otros factores climáticos adversos han contribuido a una perspectiva sombría para la cosecha de trigo en Argentina, que se prevé como la segunda peor en casi una década.
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