Mientras que la industria del cuero defiende la necesidad de acceder a materia prima a precios competitivos para potenciar la producción local, los frigoríficos ven en la venta del cuero salado una oportunidad de maximizar sus ingresos sin necesidad de industrializar el producto.
Las cámaras industriales vinculadas a la cadena de valor del cuero manifestaron su preocupación por el impacto de la medida en el sector manufacturero.
"Es un debate que enfrenta a quienes transforman un subproducto de la faena en manufacturas de alta calidad con reconocimiento global, contra aquellos que prefieren exportarlo sin procesamiento, afectando el desarrollo de una industria que genera empleo", señalaron desde el sector curtiembrero.
Uno de los principales actores en el sector es Sadesa, la mayor curtiembre del país, que abastece a las automotrices y marcas de calzado más importantes del mundo. La compañía, propiedad de la familia Galperin, cuenta con plantas en distintos países, incluyendo China.
Según datos del sector, el 50% del cuero argentino ya se exporta en su forma salada, lo que reduce la disponibilidad para la industria local. Además, el precio del cuero representa entre el 0,8% y el 1,5% del valor del animal en pie, lo que demuestra que su comercialización como commodity no genera un gran impacto en la rentabilidad de los frigoríficos.
Con esta nueva medida, la industria curtiembrera advierte sobre las consecuencias que podría traer la reducción de insumos disponibles, impactando en miles de puestos de trabajo y en la competitividad del sector manufacturero. El conflicto, lejos de resolverse, se mantiene como una disputa estructural en la economía argentina.