La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destaca que este volumen es cinco veces mayor al del año pasado, señalando un cambio notable después de un período extenso de sequía.
A pesar de este panorama alentador, los productores se encuentran en una etapa crucial que requiere de lluvias oportunistas para mantener el potencial de rendimiento. Actualmente, se espera un rendimiento promedio de 41,2 quintales por hectárea, superando ampliamente los 13,3 quintales del año 2023. Sin embargo, la atención se centra en las precipitaciones, ya que la BCR advierte sobre la necesidad de 30 a 40 mm de lluvia en febrero para mantener este potencial.
Las condiciones actuales del cultivo son generalmente positivas, con buena humedad en los suelos y un clima que ha favorecido el crecimiento. Un técnico de la región enfatizó la importancia de que las lluvias se reanuden a principios de febrero para alcanzar el potencial de rendimiento esperado de 50 quintales por hectárea.
Además, se subraya que el descanso actual de las lluvias brinda una oportunidad para realizar aplicaciones pendientes y disminuir la presión de las enfermedades de fin de ciclo. Sin embargo, en regiones como el noreste bonaerense, la preocupación es más palpable debido a la escasez de humedad, especialmente en cultivos de siembras tardías.
Si las condiciones climáticas son favorables, se estima que un 90 % de la soja de primera se mantendrá en un estado entre excelente y muy bueno, mientras que la soja de segunda tiene un 65 % de los lotes en un estado excelente a muy bueno, con rendimientos promedio estimados no menores a 30 quintales por hectárea.
En resumen, los próximos días serán decisivos para la producción de soja en la zona núcleo. La esperanza de una cosecha récord está en el aire, pero la incertidumbre sobre las lluvias mantiene en vilo a los productores y técnicos. Todos coinciden en la importancia crítica de que las tormentas regresen en la primera semana de febrero para asegurar un cierre de campaña exitoso.