El impacto de la sequía en la economía real seguirá viéndose en el mediano plazo. Es que hasta el momento la cosecha de soja sería de alrededor de 23 millones de toneladas, lo que representa 20 millones menos que el año pasado.
En concreto la industria, que actualmente detenta una capacidad ociosa de alrededor del 74%, proyecta importar, principalmente desde Paraguay y en menor medida desde Brasil, un total de 10 millones de toneladas de poroto de soja. De todas formas, seguirá faltando grano y el que se obtendrá en el mercado local será de menor calidad.
La sequía no solo generó recortes productivos sino pérdida de calidad de la materia prima, algo indispensable para el funcionamiento de la planta y los estándares de los compradores internacionales. Es por ello que las empresas plantean la posibilidad de adelantar vacaciones al personal y ejecutar un freno de la actividad por tiempo acotado.
En el sector especulaban que durante esta semana se ejecutaría un "aluvión" de ventas de soja, pero lo cierto es que la realidad estuvo bastante lejos de eso. Desde el miércoles de la semana pasada, en el marco de la nueva edición del dólar soja, los agricultores vendieron poco más de 890.000 toneladas de e ingresaron alrededor de u$s997,5 millones al mercado de cambios local. La peor jornada fue la de este miércoles cuando no se registraron operaciones.
Según explican en el mercado, los actuales precios que ofrece el sector exportador y los que pretende recibir el productor están bastante lejos de la sintonía.
Los agricultores buscaban obtener más de $110.000 por tonelada, mientras que las empresas agroexportadoras apenas ofrecían alrededor de $95.000. A esta cuestión hay que sumarle que indefectiblemente se dispone de menos mercadería por la sequía, pero también porque el grano de la cosecha pasada está en manos de grandes productores agropecuarios o empresas que tuvieron la espalda financiera para mantenerlo.
La soja es la moneda de cambio que rige en el campo, más en un contexto de fuerte volatilidad de los mercados y sobre todo en el dólar. Los alquileres se fijan en quintales de soja, unidad de medida del rinde de la cosecha, los insumos siguen de cerca la cotización del dólar y la producción de la oleaginosa. Es por ello que aquel que cuenta con grano vende lo justo y necesario en épocas de turbulencias cambiarias.
En la vereda de enfrente los pequeños y medianos productores fueron quizás lo más afectados por la sequía y en la medida que ingrese su cosecha evaluarán los pasos a seguir. Además, con menos mercadería se mueven con pie de plomo en un mercado que todavía no reaccionó con fuerza a la nueva edición del dólar soja.
La proyección del Gobierno indica que dentro del programa se venderían alrededor de 10 millones de toneladas e ingresarían u$s5.000 millones hasta el 24 de mayo próximo. Todavía faltan cinco semanas para ese plazo por lo que el mercado todavía puede moverse con mayor fluidez, sobre todo teniendo en cuenta que las cosechadoras continúan trabajando en los campos para levantar la nueva cosecha. Serán semanas de definiciones para la economía y el campo una vez más es protagonista.