La propietaria de Lácteos Vidal de Carlos Casares, Alejandra Bada Vázquez, aseguró que la protesta gremial en su planta industrial ya lleva varias semanas y ahora se les sumaron inspecciones sorpresa por parte del ministerio de Trabajo. "Estamos siendo víctimas de un ataque sin precedentes", afirmó la empresaria, quien aseguró que esta situación pone en riesgo la continuidad de los puestos laborales.
La protesta sindical, que parece estar lejos de terminarse, es llevada a cabo por la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA), que reclama la recategorización de 4 empleados.
"Seguimos sin poder trabajar normalmente, en la planta de Capital han apretado gente para que no vengan, vienen todas las mañanas con bombos, copan toda la vereda y no podemos trabajar tranquilos, están haciendo que los clientes no se puedan acercar a comprar", aseguró Bada en diálogo con Clarín sobre lo que sucede en la planta que la firma tiene en la Ciudad de Buenos Aires.
En cambio, en la planta de la localidad de Moctezuma (partido de Carlos Casares), en el oeste bonaerense, ya no hay bloqueos como los que hubo en un principio por parte de Atilra.
"Un grupo de empleados han vencido al miedo y están yendo a trabajar, aunque siguen siendo perseguidos y amenazados, pero hay otros que no".
"Esto no es una huelga, fue un bloqueo ilegítimo, una medida arbitraria y desproporcionada. Están hechas las denuncias correspondientes por los actos de vandalismo que hemos sufrido, pero todavía la Justicia no ha actuado", advirtió Bada.
Luego dijo que, de seguir de esta manera, no podrán mantener las fuentes de trabajo, sobre todo en Moctezuma. "La empresa y también el pueblo están siendo rehenes de esta situación. Han armado carpas en terrenos municipales con ollas populares, asados y bebidas varias", detalló.
Sobre eso, agregó: "La empresa está en una situación difícil, hemos recibido, de golpe, 3 inspecciones del Ministerio de Trabajo en menos de una semana, estamos siendo víctimas de un ataque sin precedentes, esperando que la Justicia y las autoridades correspondientes tomen cartas en el asunto y nos ayuden a volver a producir".
El punto de conflicto que derivó en los primeros bloqueos de la fábrica en julio, fue el reclamo del gremio Atilra por la recategorización de 14 empleados, de los cuales solo 2 casos fueron admitidos como posibles por el Ministerio de Trabajo. Uno de ellos ya fue ascendido y el otro fue cuestionado por la empresa.
"Durante los días 18, 19 y 20 de julio fue la etapa más dura del bloqueo, yo estuve adentro de la fábrica: instalaron carpas dentro del establecimiento, no dejaban entrar a los trabajadores que querían ingresar, había camionetas con las patentes tapadas, mucha gente desconocida, tajearon cubiertas de autos, apedrearon la casa del encargado Juan Paye que vive frente a la planta con su hija de 12 años, pusieron música, tomaban alcohol, me hablaban a 5 centímetros de la cara, fue un piquete enmascarado en una huelga", relató Mariana Heim, abogada de la empresa láctea.
El 20 de julio se dictó la conciliación obligatoria y las tareas en la fábrica se reanudaron con un funcionamiento "de crisis" ya que, previendo nuevas complicaciones con el sindicato, la producción no se reactivó en su totalidad.
Pero el jueves 11 de agosto, con el vencimiento de la medida, Atilra volvió a bloquear el establecimiento a pesar de que se esperaba que continúe el diálogo y sin que el Ministerio resuelva ni despliegue las pruebas aportadas por las partes. Hasta el momento, el conflicto parece estar lejos de resolverse.