Según un reciente estudio de World Weather Attribution (WWA), el fenómeno de El Niño jugó un papel menor en comparación con el impacto del calentamiento global provocado por el hombre en la sequía devastadora del año pasado.
El período comprendido entre junio y noviembre de 2023, marcó una etapa crítica para la Amazonía. Ben Clarke, autor principal del estudio, enfatizó que el cambio climático es el principal impulsor de esta sequía, especialmente a través de su influencia en las temperaturas más altas.
La Amazonía, conocida por ser un foco crucial de biodiversidad y el sumidero de carbono más importante del mundo, enfrenta una amenaza inminente. La deforestación y el aumento de las temperaturas han empujado a la selva tropical a un estado más seco, comprometiendo su capacidad vital para absorber carbono.
La sequía ha afectado a unos 30 millones de personas que dependen del río Amazonas y sus afluentes. Las consecuencias son severas: cultivos marchitados, barcos incapaces de navegar para distribuir suministros vitales y comunidades aisladas, especialmente indígenas y ribereñas. Además, el cambio en los patrones de migración de los peces, debido al calentamiento de las aguas, pone en peligro una fuente esencial de alimentos.
Los efectos de la sequía no se limitan a las dificultades humanas. También han contribuido a la propagación de incendios forestales y a la extinción de una parte significativa de la vida fluvial, incluyendo la pérdida de 150 delfines rosados. La agricultura y la ganadería a gran escala han exacerbado la situación, reduciendo la retención de humedad en el suelo y agravando las condiciones de sequía.
Simone Athayde, antropóloga medioambiental e investigadora de la Universidad de Florida, destacó la sorpresa de las comunidades locales ante la severidad de la sequía. A pesar de reconocer niveles más bajos de agua en la primavera pasada, no anticiparon una sequía de tal magnitud, clasificada como "excepcional" o de nivel 4 en la escala del Monitor de Sequías de Estados Unidos.
Sin embargo, esta situación podría empeorar. Según el estudio, en un mundo con un calentamiento de 2ºC por encima de los niveles preindustriales, la Amazonia podría experimentar cuatro veces más sequías agrícolas de esta magnitud cada 10 a 15 años.
Regina Rodrigues, autora del estudio y profesora en la Universidad Federal de Santa Catarina, advirtió sobre la prolongación de la estación seca, una señal alarmante para el futuro de la región. Athayde hizo hincapié en la necesidad de prepararse mejor para la sequía, con planes concretos para suministrar medicamentos de emergencia en regiones aisladas y asegurar la producción de alimentos. "Más que nunca, necesitamos controlar la deforestación y promover la restauración", enfatizó Athayde, señalando una "ventana de oportunidad" para que las naciones amazónicas se unan y coordinen esfuerzos en estos temas críticos.