Muchos ganaderos están muy enojados por el manejo equivocado del comercio de carnes por parte del actual gobierno. Sin embargo, ante esta circunstancia deberían alcanzar un equilibrio entre lo emocional y lo racional porque, enojados, pueden tomar malas decisiones.
Por ejemplo: si muchos ganaderos reducen o eliminan la actividad en los campos por malas perspectivas, en el mediano plazo subirán los precios de la hacienda por menor oferta y perderán la oportunidad de aprovecharlos. No hay que olvidar que una decisión ganadera de hoy tiene efecto a dos o tres años vista.
La ventaja con que cuentan muchos ganaderos para enfrentar la nueva situación es que ya se vivió algo similar en 2006 y se conoce el recorrido que toman los precios a partir de medidas intervencionistas. Entonces, habría que hacer memoria y aplicar lo que cada uno hizo bien durante la crisis pasada. O poner en práctica lo que hicieron los que salieron bien parados de la anterior situación.
"Hay que entender que estamos en una coyuntura críticamente cambiante, a la que habrá que acostumbrarse", proyectó Diego Ponti, analista del mercado ganadero de AZ-Group, en una reciente reunión virtual organizada para analizar la situación ganadera actual.
"Hoy no sabemos hacia dónde vamos. Si hubieran cerrado las exportaciones por cinco años, sí se sabría hacia donde se va, aunque el rumbo fuera equivocado. Hoy no se sabe cuál es el rumbo y entonces es muy difícil planificar hacia delante en esas condiciones", agregó.
"La estructura y los planes deben estar por encima de la coyuntura", aconsejó Ponti. Podría ocurrir que "se reduzca un poco la velocidad con que se transita este tramo de la ruta, pero por ahora no debería tomarse abruptamente un desvío. Las empresas pueden hacer un alto en el camino, esperar un poco para ver y tomar decisiones con un panorama más claro en los próximos días", graficó.
Comunicar
Para el analista, "el sector agropecuario está confrontando con el Gobierno y no llega a comunicar bien su realidad a la sociedad. No consigue explicar a los consumidores el trabajo que hay detrás de un corte de carne a lo largo de la cadena comercial". Por ello, alertó que "si no mejora la llegada a la comunidad, las actuales restricciones a la comercialización podrán repetirse en el futuro".
En el siguiente gráfico se ve que, en cuatro de los seis años analizados, la carne llegó al mes de octubre (de elecciones) con precios inferiores, medidos en moneda constante, a los de abril-mayo, achatados por distintos mecanismos intervencionistas. La evolución del tipo de cambio muestra una tendencia similar. Por lo tanto, hay grandes posibilidades de que 2021 muestre un comportamiento parecido en ambas variables, si se consideran las medidas que está implementando el actual Gobierno.
Resultados de la intervención
En tanto, el siguiente gráfico muestra que, a partir de la intervención oficial en el mercado de carnes desde 2006, los precios se mantuvieron bajos durante los primeros dos años, pero luego se catapultaron a más del doble durante siete años porque la producción se derrumbó durante el mismo período.
"SI se extrapolara lo que ocurrió desde el año 2006 en adelante, y si el actual Gobierno siguiera una política anti ganadera como la de aquella época, puede inducir alguna baja inicial de precios, pero estos se recuperarán en un período de cuatro-cinco años", anticipó. Es decir que, analizando ese comportamiento desde el punto de vista del negocio ganadero, hay posibilidades de aprovechar precios fortalecidos hacia adelante con las decisiones que se tomen hoy (no liquidar, mantener el stock, hacer compras estratégicas, etc.).
Hacia adelante
"La cadena ganadera debería llegar mediante nuevas formas con su mensaje a la sociedad, para mostrar todo el esfuerzo que hay detrás de un bife que llega a su plato y explicar cómo funciona la integración de la res entre la exportación y el consumo interno", precisó. También debería dar a conocer -sobre todo a los jóvenes- los muy malos resultados de medidas intervencionistas utilizadas en el pasado en el mercado de ganados y carnes.
En las empresas, los ganaderos deberían tomar decisiones sobre bases racionales más que emocionales. "Podrían esperar un tiempo para ver cómo evolucionan los acontecimientos y no cambiar planes y estructura de los planteos de un plumazo por sucesos coyunturales", aconsejó.