La Bolsa de Comercio de Rosario indicó una serie de pronósticos para el próximo año con relación a las proyecciones para la campaña 2022/2023, donde detalla que la incertidumbre reinante es el común denominador entre los productores y que la producción total la estimaría en 117,7 millones de toneladas, la más baja desde la campaña 2017/18, ceñida también por una fuerte sequía.
En relación con los cereales de invierno, la campaña 2022/23 tuvo que lidiar con perspectivas desfavorables desde el comienzo: en primera instancia, los costos de los fertilizantes se dispararon por el conflicto ruso-ucraniano y, a pesar de que los precios de los granos en general y de los cereales en particular también reaccionaron al alza, los márgenes para los productores resultaron más ajustados que años anteriores al plantearse las siembras. En segunda instancia, las lluvias de otoño fueron menores a lo usual, afectando los perfiles de humedad para avanzar con las labores.
A medida que fue avanzando el año, el pulso seco se fue extendiendo y la gran mayoría de los cereales de invierno no recibió suficiente agua en los momentos críticos de llenado de grano, afectando seriamente a la producción. Sobre ello se sumaron heladas tardías promediando la primavera en buena parte del territorio nacional, que terminaron de dar el golpe de gracia a la producción de cultivos invernales.
En lo que respecta a los cultivos de verano, la incertidumbre reinante es elevada. A diferencia de lo ocurrido en la campaña previa, la primavera de este año dejó lluvias por debajo de lo normal, lo cual en vistas a un tercer año de La Niña consecutivo presenta graves dificultades para los productores. Por esta razón se registraron siembras mínimas históricas de maíz temprano, eligiendo los productores volcarse al maíz tardío que ya desde el vamos tiene un rinde potencial menor. Además, la combinación de malos pronósticos climáticos para potenciar los rindes, mayores costos de los insumos e incertidumbre sobre las condiciones de comercialización que estarán vigente en el mediano plazo, acabó por romper la tendencia que se venía registrando en los últimos 6 años y el área de intención de siembra de soja para la campaña 2022/23 ha aumentado, mientras que la del maíz disminuido.
En efecto, sobre el panorama ya complicado a las siembras de los cultivos de verano, se suman perspectivas poco auspiciosas para los próximos meses en lo climático. Según el informe semanal del GEA del 15/12, existen altas probabilidades de que el fenómeno La Niña se mantenga hasta el trimestre enero-marzo de 2023, por lo que el patrón seco podría continuar hasta febrero.
En este complejo escenario, la incertidumbre acerca de lo que pueda ocurrir en cuanto al área efectivamente sembrada y la producción se mantiene elevada, incluso a pesar de estar cerrándose la ventana de siembras. No obstante, las proyecciones dela entidad a la fecha apuntan para la campaña 2022/23 a una cobertura de siembras total de 39,3 M ha entre cereales y oleaginosas, un 2% por detrás del año anterior. Combinado con rindes más ajustados ante la falta de agua, ello resultaría en una producción total de 117,7 millones de toneladas, la más baja desde la campaña 2017/18, ceñida también por una fuerte sequía.