Se ha reportado una disminución del 5% en la producción de trigo en comparación con las estimaciones iniciales a nivel nacional. La producción estimada de 15 millones de toneladas se ha reducido a 14.3 millones de toneladas. Esta situación se ha vuelto crítica, y los productores esperan con ansias las lluvias para revitalizar sus cultivos en las etapas finales de la temporada.
Según informes de la Bolsa de Comercio de Rosario, el cultivo de trigo continúa deteriorándose a medida que se acercan las etapas clave de definición del rendimiento en Argentina. La situación es urgente, y se necesitan lluvias significativas a gran escala para permitir que los granos se desarrollen adecuadamente y detener la caída en la producción.
El panorama es complejo, pero la provincia de Buenos Aires se destaca como una excepción. Se espera que esta región alcance un rendimiento por encima de los 30 quintales debido a condiciones climáticas más favorables. Sin embargo, en otras provincias, los rendimientos son mucho más bajos, con estimaciones de 28.9 quintales por hectárea en Santa Fe, 22.3 quintales por hectárea en Córdoba y alrededor de 26 quintales por hectárea en Entre Ríos.
La falta de lluvias también ha llevado a cambios en la siembra de cultivos. Se ha observado un aumento en la siembra de soja en lugar de maíz. Más de 400,000 hectáreas que originalmente se destinaron para el cultivo de maíz se han redirigido hacia la producción de soja. A nivel nacional, se espera que el maíz cubra 8.48 millones de hectáreas.
La soja, por otro lado, está mostrando un crecimiento significativo debido a la necesidad financiera de los agricultores y la falta de agua. La segunda estimación nacional de la siembra de soja señala que se sembrarán 17.4 millones de hectáreas de esta oleaginosa.
La situación actual representa un desafío importante para la agricultura argentina y destaca la vulnerabilidad de la producción de cultivos a las condiciones climáticas cambiantes. Los agricultores están esperando con optimismo las lluvias que puedan ayudar a mejorar la situación y garantizar un rendimiento adecuado en sus cultivos. La adaptación a estas condiciones climáticas cambiantes se ha vuelto esencial para la agricultura en Argentina.