Como una película repetida, el campo vuelve a ser señalado por la suba de precios, esta vez con la carne como protagonista. A pesar de que los fundamentos no acompañan, resurgen discursos que culpan a la baja de retenciones o a la apertura exportadora por los aumentos en el índice de precios al consumidor (IPC), sin mostrar evidencia ni analizar la cadena productiva.
En febrero, el IPC elaborado por el Indec marcó una suba del 2,4%, con un aumento del 3,2% en el rubro carnes. ¿La causa? Una menor oferta de hacienda y un atraso de precios, tras meses de valores congelados mientras el resto de la economía se ajustaba. Sin embargo, algunos economistas prefirieron revivir viejas explicaciones, culpando a la baja de retenciones sin detallar cómo ni por qué.
"Es un argumento sin conexión con la realidad productiva ni comercial", advierten desde el sector. "Además, hoy las exportaciones de carne están desaceleradas por la baja de precios internacionales, especialmente en China, y por el sobreprecio de la carne argentina respecto al Mercosur."
Exportar no es culpable, es necesario
Mientras se mantiene el derecho de exportación del 6,5% para algunos cortes vacunos, las ventas externas retroceden y los márgenes se ajustan. Aun así, se insiste con la idea de que exportar perjudica al consumo interno, ignorando que la oferta total depende de múltiples factores y que una ganadería sólida necesita ambos mercados: interno y externo.
La cuestión sanitaria: un riesgo que no admite improvisaciones
En paralelo, las decisiones sanitarias, como la gestión de la fiebre aftosa o la vacunación en la Patagonia, no pueden tomarse a la ligera. La tentación de aplicar la "motosierra" sin una estrategia integral puede poner en riesgo décadas de trabajo sanitario y mercados construidos con esfuerzo.
La experiencia de los años '90, cuando Argentina se declaró libre de aftosa sin vacunación y el Senasa perdió credibilidad internacional, debería funcionar como advertencia histórica.
Un mundo incierto y menos previsible
El escenario global tampoco ayuda: las reglas multilaterales están en crisis, y decisiones unilaterales como las de China pueden cerrar mercados en cuestión de horas. El caso de la gripe aviar y el freno a la avicultura argentina durante casi dos años es un ejemplo claro.
Todo el potencial, si se juega en equipo
Pese a las dificultades, el potencial del sector cárnico argentino es enorme. La ganadería bovina, aviar, porcina y ovina tienen espacio para crecer, generar empleo, atraer inversiones y ganar nuevos mercados. Pero eso solo será posible si se deja de lado la búsqueda de culpables y se avanza hacia un modelo mixto y amplio, que contemple simultáneamente al mercado interno y al externo.
El país tiene condiciones, modelos productivos eficientes y recursos humanos capacitados. Lo que necesita es previsibilidad, reglas claras y una mirada estratégica de largo plazo.