A comienzos de mes, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) emitió un comunicado indicando que en el Pacífico tropical se presentan condiciones características de El Niño. Sin embargo, no se ha declarado oficialmente el fenómeno por el momento. La métrica principal para diagnosticar El Niño es el Índice del Niño (ONI), que requiere valores mayores a 0,5 °C durante cinco trimestres consecutivos. En el evento actual, el ONI llegó a 0,5 °C en el trimestre abril-mayo-junio, por lo que aún se requieren cuatro trimestres más para clasificarlo como un evento El Niño.
El componente atmosférico también es crucial en el fenómeno de El Niño, ya que está acoplado con el océano. Los cambios en la circulación de Walker, un patrón atmosférico sobre el Pacífico tropical, son clave para su formación. En el evento actual, la respuesta atmosférica está presente pero más débil de lo esperado, lo que genera incertidumbre entre los expertos.
Se cree que el calentamiento generalizado de los océanos en el planeta podría estar influyendo en esta señal atmosférica débil. Cuando las condiciones Niño son dominantes, como en 1997/98, la respuesta atmosférica es clara. Sin embargo, cuando otras regiones tropicales también son cálidas, la respuesta puede ser más confusa, afectando los patrones climáticos globales.
A pesar de las dudas atmosféricas, existe alta confianza en el desarrollo de un evento El Niño moderado a fuerte durante la primavera del hemisferio sur. El Climate Prediction Center (CPC) de la NOAA estima una probabilidad del 81% de un valor Niño 3.4 ? 1.0 °C (Niño moderado) para el trimestre noviembre-diciembre-enero. Incluso, existe una posibilidad de un evento históricamente fuerte, similar a los de 1997-98 y 2015-16, con una probabilidad de aproximadamente 1 en 5. Los expertos continúan monitoreando la situación de cerca para evaluar los posibles impactos de este fenómeno a nivel global.