En medio de recientes declaraciones del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sobre el Canal de Panamá, el canciller panameño Javier Martínez-Acha reafirmó que la soberanía sobre esta estratégica vía marítima "no es negociable". Durante una rueda de prensa, Martínez-Acha negó cualquier contacto formal o informal con la nueva administración estadounidense y garantizó que las relaciones bilaterales se llevarán a cabo bajo los canales diplomáticos habituales.
"El Canal de Panamá es uno de los grandes valores que los panameños ofrecemos al mundo, garantizando nuestra neutralidad y no involucrándonos en conflictos de ninguna índole. Las únicas manos que controlan el Canal son panameñas, y así seguirá siendo", declaró el canciller.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, recibió el respaldo de Colombia y México en su postura frente a las declaraciones de Trump, quien en días recientes manifestó que no descartaría una confrontación militar para ejercer control sobre Groenlandia o el Canal de Panamá.
"No puedo asegurarles nada sobre ninguno de esos dos, pero puedo decir esto: los necesitamos para nuestra seguridad económica", dijo Trump desde su resort en Florida, generando fuertes reacciones internacionales.
El analista internacional Julio Linares calificó las declaraciones de Trump como "bravuconadas sin fundamento" y recordó que el Canal fue cedido a Panamá en 1999, tras un tratado firmado en 1977 por el expresidente estadounidense Jimmy Carter. "Los tratados internacionales son convenios que deben respetarse bajo el principio de buena fe", afirmó Linares.
El Canal de Panamá, una obra terminada por Estados Unidos en 1914 y controlada por Panamá desde 1999, representa un pilar fundamental para la economía global y nacional. Según cifras oficiales, mueve anualmente unos $270.000 millones de comercio mundial y generó ingresos por $4.300 millones en 2022.
Además, gestiona alrededor del 3% del comercio marítimo global y el 46% de los contenedores que se mueven desde el noreste de Asia hacia la costa este de Estados Unidos.
Para la región, perder el control del Canal significaría un golpe devastador para Centroamérica y el Caribe, debilitando su competitividad en el comercio internacional y sus relaciones con bloques como Mercosur y la Unión Europea.
En un contexto de tensiones geopolíticas, el gobierno panameño enfatizó su compromiso con la neutralidad y la gestión eficiente del Canal como un motor clave para el desarrollo económico de Panamá y su contribución al comercio global.