En un comunicado dirigido a El Observador, las entidades del sector agrícola señalaron que los paros en las plantas frigoríficas están ocasionando severos perjuicios a los ganaderos, que ven comprometidos sus ingresos y sus compromisos financieros debido a las interrupciones en la cadena de faena.
Un Conflicto de Larga Data
El conflicto entre la industria frigorífica y los gremios de trabajadores, representados por la Federación Obrera de la Industria de la Carne y Afines (Foica), lleva más de cinco meses de negociaciones sin llegar a un acuerdo. Las medidas sindicales continúan intensificándose, con paros programados para los días 23 y 24 de octubre, que abarcarán todas las plantas frigoríficas del país.
En paralelo, se espera que el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) convoque a una nueva instancia de diálogo, a la cual no asistirá la Foica, pero sí lo harán representantes de la Cámara de la Industria Frigorífica (CIF) y la Asociación de la Industria Frigorífica del Uruguay (Adifu). El sindicato ha manifestado su rechazo a un posible decreto del gobierno que regule los ajustes salariales retroactivos al 1° de julio de 2024, y por ello, las medidas de protesta seguirán hasta que se reanude el diálogo.
Las Consecuencias para los Productores Ganaderos
En su comunicado, Campo Unido -que agrupa a seis gremiales del agro, entre ellas la Asociación Rural del Uruguay (ARU), la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL) y la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR)- detalló los graves perjuicios que los paros sorpresivos generan a los productores ganaderos:
Pérdida de ingresos: Los animales que llegan a las plantas frigoríficas y no son faenados deben regresar a los campos, lo que implica una pérdida económica significativa para los ganaderos. Además de perder la venta, los productores deben afrontar gastos adicionales relacionados con el transporte de los animales de vuelta a sus establecimientos.
Estrés animal y pérdida de peso: El regreso de los animales a los campos implica que los mismos experimenten un significativo estrés, ya que han sido transportados durante largas horas y encerrados en los corrales de la planta frigorífica. Como consecuencia, los animales pierden peso, lo que afecta su valor en el mercado.
Desajuste en los tiempos de faena: El retorno de los animales a los campos implica también la pérdida de la cuarentena de permanencia, lo que obliga a los productores a esperar más de 45 días antes de poder volver a vender esos animales, generando más dificultades para cumplir con los compromisos financieros y laborales.
Campo Unido subraya que, aunque el derecho a huelga es indiscutible, las huelgas sorpresivas son una práctica que no puede ser aceptada, dada la cadena de perjuicios que genera para los productores rurales. "Lo que no podemos admitir es la huelga sorpresiva con todos los perjuicios referidos que genera a los productores rurales", reza el comunicado.
Llamado a la Solución
Las gremiales agropecuarias hicieron un llamado urgente a todas las partes para que se alcance un acuerdo que permita evitar más perjuicios a los ganaderos y proteja la estabilidad de la cadena productiva. Además, solicitaron al MTSS la declaración de "esencialidad" de la faena bovina para los animales que ya han ingresado a las plantas frigoríficas, con el fin de garantizar que estos no sean devueltos a los campos.
"La producción cárnica nacional es uno de nuestros principales productos y motivo de orgullo de los uruguayos. Cuidemos nuestra cadena productiva que ha sido, es y será uno de los motores de nuestra economía y generadora de trabajo para los uruguayos", concluyó el comunicado, firmado por la Asociación Rural del Uruguay (ARU), la Federación Rural, Cooperativas Agrarias Federadas, la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR), la Asociación Cultivadores de Arroz y la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL).
Las gremiales del agro insisten en la necesidad de un acuerdo rápido para evitar que el conflicto continúe afectando a los productores rurales, quienes ya enfrentan suficientes desafíos sin tener que asumir las consecuencias de un conflicto ajeno.
