A pesar de la presión significativa de socios comerciales como Estados Unidos y Canadá, muchos activistas están celebrando esta decisión.
La prohibición del maíz genéticamente modificado en México es vista como una medida para salvaguardar diversas variedades nativas de maíz contra la influencia de la industria agroalimentaria global que busca promover los organismos genéticamente modificados (OGM), según un artículo de Ambrook Research. Aunque se enfrenta a una fuerte presión por parte de socios comerciales como Estados Unidos y Canadá, muchos activistas aplauden esta decisión.
El maíz tiene una importancia mucho mayor en México que ser simplemente un cultivo alimentario; representa una parte clave del patrimonio, la cultura y las tradiciones del país, e incluso ha sido incluido en la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. El gobierno mexicano argumenta que el glifosato y el maíz transgénico son peligrosos para la salud humana, y busca introducir prácticas agrícolas y herbicidas alternativos y culturalmente apropiados.
Sin embargo, este debate va más allá de las cuestiones de salud y agricultura: también involucra visiones conflictivas sobre el papel y el valor del maíz en diferentes culturas. Mientras que en Estados Unidos el maíz se utiliza principalmente para alimentar al ganado y para fines industriales, en México juega un papel mucho más central en la dieta y las culturas.
México alberga aproximadamente 60 variedades nativas de maíz, y se cree que estas variedades están en riesgo de contaminación o sustitución por cultivos transgénicos, lo que representa una amenaza potencial tanto para el patrimonio cultural como para la biodiversidad del país. A pesar de la constante presión de socios comerciales y del sector agroalimentario, la implementación completa de la prohibición de maíz transgénico podría ser un proceso a largo plazo, ya que México actualmente no puede reemplazar por sí solo todas las importaciones de maíz transgénico de Estados Unidos.
En cuanto al futuro, los defensores mexicanos están comprometidos a proteger la tradición cultural, la salud y el modo de vida ancestral mediante la preservación de la biodiversidad del maíz domesticado. Recientemente, se han tomado medidas como la introducción de un arancel del 50% sobre las importaciones de maíz blanco y la modificación de las normas regulatorias para asegurar que los productores de tortillas solo utilicen maíz blanco no transgénico.