El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) en México volvió a mostrar presión inflacionaria en la primera quincena de abril. De acuerdo a los datos publicados este jueves por el Inegi, la inflación general se ubicó en 3,96% anual, superando tanto la cifra de finales de marzo (3,93%) como las proyecciones del mercado (3,89%).
Detrás de este repunte se encuentra, en gran medida, el encarecimiento de los productos agropecuarios: mientras las frutas y verduras registraron una baja del 2,74% anual, los productos pecuarios, como carnes y derivados, aumentaron un 8,92%. En conjunto, el sector agropecuario presentó una inflación de 4,41% interanual, reflejando una presión que también se sintió en alimentos y bebidas procesadas.
La inflación subyacente, que excluye productos de alta volatilidad y es la principal guía para la política monetaria, también mostró un avance, subiendo al 3,9% desde el 3,72% previo.
Este nuevo incremento se da en un contexto económico más incierto: esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó a la baja las perspectivas de crecimiento de México para 2025, anticipando una contracción del 0,3% del PIB, muy lejos del crecimiento del 1,4% que había proyectado en enero.
El dato de inflación llega en un momento sensible para el Banco de México (Banxico), que tiene una meta de inflación de 3%. En marzo, el organismo recortó la tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos, llevándola al 9%, y dejó abierta la posibilidad de seguir relajando la política monetaria si el entorno inflacionario lo permitía. Ahora, con la próxima decisión programada para el 15 de mayo, el mercado se debate entre la necesidad de impulsar la economía y el desafío de contener nuevas presiones de precios, especialmente desde el sector agroalimentario.
Así, el agro mexicano, motor de producción de alimentos esenciales, vuelve a quedar en el centro de un escenario económico donde las decisiones de política monetaria tendrán que sopesar la estabilidad de los precios y el impacto en la actividad productiva.