Entre ellas se pueden menci0nar un nuevo revés climático, frente a un contexto de fuerte presión en los costos y precios retrasados, dejaron como saldo un nuevo año sin recuperación de vientres.
Si bien aún no se cuenta con las cifras oficiales de faena efectiva registrada por las plantas a fin de diciembre, el dato de movimientos de hacienda a establecimientos frigoríficos resulta un buen indicador. Según la información que puede extraerse del SENASA, durante el mes de diciembre los envíos de animales a frigoríficos sumaron unos 1.229.596 animales faenados. Este dato, sumado a la estadística oficial de faena reportada hasta el mes de noviembre, indicaría una faena anual cercana a los 13,9 millones de cabezas, un 4,2% menos que lo registrado en 2023, año en que la faena superó los 14,5 millones de animales.
Recordemos que 2023 marcó uno de los períodos de mayor liquidación de hacienda, luego de los años 2008- 09, atravesados también por una severa y prolongada sequía que nos costó -sumado a otros desencadenantes- una pérdida de más de 10 millones de cabezas del stock. Durante 2023, el stock nacional cayó en más de 1,5 millones de cabezas al pasar de 54,2 a 52,8 millones en stock al 31 de diciembre de ese año, con una faena que creció en 1,1 millones de cabezas. Este año, la faena logró contraerse en apenas 700 mil cabezas, permane- ciendo como una de las más altas de los últimos años, equiparables a los máximos conseguidos en los años previos a la pandemia.
Pero más allá del número general, lo que alerta es la cantidad de hembras faenadas este año, en especial las hembras jóvenes que, en otro contexto, podrían estar abasteciendo la reposición.
Según la misma estadística preliminar, de los 13,9 millones de animales que se estiman faenados este año, 2,63 millones fueron vacas y unos 4 millones fueron vaquillonas, cifra que no presenta disminución alguna respecto al pico de faena alcanzando en 2023 como consecuencia de la sequía.
En suma, de confirmarse estas cifras, cerca del 48% de la faena total (6,64 millones de cabezas) habrían sido hembras, lo que representa un nivel muy proclive a la liquidación, considerando que en 2023 -pleno año de seca- ese porcentaje fue del 48,1% y el stock de hembras perdió unos 900 mil vientres.
En números absolutos, al descontar la cantidad de vacas y vaquillonas faenadas durante el año, y asumiedo una reposición y mortandad de moderada a baja en ambas categorías, estimamos que las cifras finales del 2024 terminarán arrojando una nueva caída en número total de vientres útiles, que podría situarse entre los 500 mil y 800 mil vientres menos que los contados un año atrás
Si bien el número general de stock ganadero probablemente termine manteniéndose sin cambios al final de este ciclo que acabamos de concluir, producto de una mejora esperada en los porcentajes de parición y destete, el hecho de no recuperar vientres productivos es lo que, en definitiva, genera mayor exposición ante aquellas variables que se encuentran fuera de nuestro control, como, por ejemplo, el clima.
Una cantidad de vientres en producción que aún no logra consolidarse no solo nos deja vulnerables frente a adversidades climáticas que puedan comprometer la eficiencia reproductiva del rodeo, sino que, a su vez, restringe significativamente el potencial de crecimiento y expansión durante años más benignos.