Argentina atraviesa su tercera "Niña" consecutiva, el invierno que pasó fue el más seco de 1913, las lluvias no llegan y la sequía ya afecta a casi el 55% del territorio nacional.
El impacto económico alcanza a todas las variables. Según un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el Estado dejaría de percibir por recaudación fiscal vía "retenciones" entre US$ 3.143 millones y US$ 4.739 millones.
Las exportaciones de granos y subproductos podrían caer en 2023, en comparación con 2022, entre US$ 9.226 millones y US$ 14.115 millones, 21% y 33% respectivamente.
En tanto, el impacto negativo de la sequía con relación a las proyecciones de septiembre es equivalente al 1,1% o 1,8% del PIB.
Iván Ordoñez, economista especializado en agronegocios, en diálogo con El Economista, ilustró el panorama actual: "El país atraviesa su tercer Niña consecutiva, es decir, es el tercer año que se presenta el fenómeno que impacta disminuyendo la cantidad de lluvias. En perspectiva, hay una estación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) que monitorea las precipitaciones desde 1913 y el invierno de 2022 fue el más seco desde esa fecha. Nunca llovió tan poco desde que se tiene registro".
El primer problema es que no se está logrando sembrar todo lo que se debería sembrar y en muchas áreas del país, que son las más importantes en términos de rendimiento, es donde está el epicentro de la sequía.
"Estimo que hay alrededor de 1.500.000 hectáreas de soja que quedarán sin sembrar en esta campaña y por cada millón de hectáreas que quedan sin sembrar son aproximadamente US$ 1.500 millones de exportaciones que se pierden", indicó Ordoñez.
En la zona núcleo ampliada, la cual contiene al llamado "triángulo dorado", que abarca la zona entre Pergamino, Rojas y Venado Tuerto, se encuentra el 50% de la producción de granos.
"Otra cuestión es que se están muriendo las plantas sembradas. Se espera que las que sobrevivan reciban buenas precipitaciones desde el 15 de enero hasta el 25 de febrero. La apuesta es que llueva todo lo que tendría que haber llovido en esta época a partir de la segunda quincena de enero", afirmó.
"Hay un sector que trata de ser optimista pero la previsión de lluvias señala que en la zona núcleo va a llover el 20% de la media histórica", agregó.
De hecho, según un pronóstico de Commodity Weather Group, se espera un clima cálido y seco en el cinturón agrícola durante los próximos 10 días, lo que agregará estrés a una cosecha ya disminuida.
Consultado acerca de las lluvias necesarias para subsanar medianamente la situación, Ordoñez aseguró: "En algunas zonas te tiene que llover la vida para recuperar la humedad del suelo, alrededor de 300 milímetros.
Se tiene que duplicar el promedio de lluvias. Yo no la veo".
En este contexto, el economista advirtió que esta sequía podría ser peor que la de 2018 y los datos del Sistema de Información sobre Sequías para el sur de Sudamérica (Sissa) lo confirman.
Por su parte, el economista Gabriel Caamaño Gómez situó el panorama a nivel internacional: "El tema de esta seca y su impacto en la gruesa, es que no está afectando de igual manera a la producción de Brasil, el otro gran productor y exportador mundial con Argentina y EE.UU.".
"De hecho, en Brasil las proyecciones hablan de una producción récord de granos. Con lo cual, la mayor oferta de granos gruesos brasileños puede compensar en parte la menor oferta local amortiguando el impacto de la última en los precios internacionales", agregó.
En lo que respecta al dólar, o mejor dicho a la falta de ellos, Caamaño Gómez señaló: "El tipo de cambio oficial y las brechas ya iban a tener presiones al alza durante todo 2023 producto de los desequilibrios, de la contienda electoral y de cómo se espera en función de la última que se resuelvan los primeros en 2024. La expectativa de una solución tipo shock en 2024, con correcciones más abruptas, incrementa las presiones hoy. De nuevo, la seca se monta sobre eso y lo potencia en todo caso".