Este método, no solo promete ser una fuente de proteína de alta calidad, sino también un paso adelante en la economía circular y la sostenibilidad ambiental.
La Mosca Soldado Negra: Un Actor Clave
En el corazón de esta iniciativa se encuentra la mosca soldado negra (Hermetia illucens), nativa de climas tropicales como el costarricense. Desde 2018, una empresa innovadora en Guápiles, a 60 km al norte de San José, ha comenzado a utilizar estas moscas, que anteriormente eran una molestia en los cultivos, como una valiosa fuente de alimento animal.
Un Proceso Innovador
Las moscas son criadas en granjas verticales y alimentadas con desechos orgánicos de frutas como banano, mango y papaya. Después de una semana de vida, donde depositan aproximadamente 500 huevos, las larvas nacidas se alimentan de estos desechos por 14 días, aumentando su peso hasta 10.000 veces. Estas larvas se transforman luego en proteínas y aceites para la alimentación animal, con una eficiencia sorprendente.
Impacto Ambiental Reducido
Miguel Carmona, presidente de ProNuvo, destaca el menor impacto ambiental de este método comparado con las fuentes tradicionales de proteína animal o vegetal. Se necesitan vastamente menos tierra y agua para producir la misma cantidad de proteína. Mientras que una tonelada de carne de res requiere 15,4 millones de litros de agua y 30.000 m2 de superficie, la producción de larvas de mosca solo necesita 300 m2 y 10.000 litros de agua.
Economía Circular en Acción
Además de ser una fuente eficiente de alimento, este proceso representa un excelente ejemplo de economía circular. Los desechos de frutas se convierten en alimento para las larvas, cuyos excrementos, a su vez, sirven como abono para las plantaciones. Según Gabriel Carmona, gerente general de ProNuvo, este sistema permite la reutilización continua de recursos, reduciendo la necesidad de insumos externos y minimizando el desperdicio.
Un Futuro Sostenible
Con los productos finales ya exportándose a Estados Unidos y utilizándose en la piscicultura local, Costa Rica demuestra cómo la innovación y el compromiso con el medio ambiente pueden ir de la mano. Este enfoque podría ser un modelo a seguir para otros países en el desafío de alimentar a una población mundial en crecimiento de manera sostenible.