Si bien la diversificación de cargas lograda le permitió sobrellevar de mejor forma que otras terminales cerealeras el impacto de la sequía, el sistema portuario del estuario de Bahía Blanca sufrió una merma aproximada del 12 por ciento en las cargas operadas en el primer semestre de 2023, con relación a igual período de 2022.
En el caso de los granos y derivados, el impacto de la sequía también se hizo sentir, con una baja de alrededor del 25 por ciento en las terminales cerealeras con relación al año pasado, donde se registraron cifras récord.
Tomando en cuenta las cifras oficiales, cabe recordar que en el período enero - mayo los granos cayeron un 45 por ciento, pasando de 5.489.860 de toneladas a 3.005.826, con un derrumbe en lo que hace al trigo (casi un 80 por ciento menos).
En el caso de químicos e inflamables había registrado una suba del 14 por ciento en el puerto de Bahía Blanca mientras que el movimiento de mercaderías había caído el 28,9 por ciento.
Cabe recordar que en un puerto vecino como Quequén, prácticamente cerealero, según cifras dadas a conocer por Argenports.com la caída en el primer semestre fue del 36 por ciento.
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De hecho, a nivel nacional, entre enero y junio de este año se despacharon desde puertos argentinos un total de 25,6 millones de toneladas de granos y subproductos nacionales, anotando el peor semestre desde el segundo del 2009, y el peor primer semestre desde al menos el año 2000.
Los números difundidos por la Bolsa de Comercio de Rosario no hicieron más que mostrar la dura realidad de los puertos cerealeros en el país tras la sequía histórica.
Y otro dato que contribuye a testimoniar el derrumbe es que el volumen de granos descargados en los puertos del Gran Rosario en el primer semestre del año, resulta el más bajo desde, al menos, desde el año 2001.
Respecto del año anterior, la caída acumula cerca del 60% con apenas 12,6 millones de toneladas.