Cómo un efecto adicional a la pérdida millonaria en la producción de granos, la sequía devastadora que sufre casi el 55% del territorio argentino también genera una fuerte caída en el precio de la carne.
Los especialistas explican que ante la falta de pastos en los campos, los productores deben tomar la obligada decisión de aumentar la oferta en el mercado interno. Así, frente al elevado riesgo de muerte masiva de ganado por falta de agua y alimento se desprenden de los animales.
De este modo, el fenómeno climático de La Niña, que derivó en un período de sequía extrema en el país, no solo está impactando agresivamente en las actividades productivas agropecuarias, sino que además está generando la distorsión de precios en el mercadeo de la carne vacuna.
Los precios caen en los mostradores de las carnicerías, debido al aumento por debajo del índice de inflación. Recordemos que el INDEC, informó que durante diciembre pasado, los precios al consumidor escalaron un 5,1% promedio y con un interanual acumulado del 94,8%.
En tiempos de vacas flacas: del campo a la carnicería sin escalas
No es difícil concluir, tal como explican los especialistas del rubro, que los efectos de la sequía, también se reflejan en el mercado de precios de la carne.
Con los campos arrasados, secos e improductivos, es imposible poder alimentar al ganado por largos períodos. Por lo tanto, ante una extrema falta de agua y pastos los animales quedan condenados a una muerte segura.
Sin poder completar el proceso de engorde para el envío de los bovinos a faena, los productores adelantan un paso en la cadena y los mandan directamente a los frigoríficos. Con esta decisión, no solo intentan menguar o limitar las pérdidas sino también evitar una agonía segura del ganado: la muerte lenta por falta de agua y comida.
Mayor oferta vs. salarios bajos: desplome de precios
Los consultores ganaderos señalan que el estancamiento de los precios de la carne comenzó a hacerse visible a mediados del 2022, cuando precisamente las consecuencias de la sequía más aguda repercutieron sobre las pasturas en los campos, con un rápido agotamiento de la fuente de alimento del ganado.
En este sentido, Víctor Tonelli, señala que "hasta julio el equivalente de la oferta que se volcaba al mercado interno equivalía a un consumo de 47 a 48 kilos por persona al año y desde agosto en adelante ese promedio está cercano a 53 kilos por habitante al año".
La caída de precios se da al combinarse "una sobreoferta por la sequía superior al 10% de carne al mercado interno, que sumado al pobre poder adquisitivo de los salarios, hizo que hubiera más oferta de lo que el consumidor estaba en condiciones de comprar, generando un retraso en los precios", agregó.
Por su parte, desde la Cámara de la Industria y Comercio de las Carnes (CICCRA), su presidente Miguel Schiariti, explica que la sobreoferta durante la sequía claramente responde a que ante la falta de pasto y agua "el productor ganadero se ve obligado a mandar su hacienda al mercado o ponerla en un corral a engordar".
Esto, no solo es poco rentable para los productores, porque "se pierden 20.000 pesos por cabeza dándole maíz", sino que además es un círculo vicioso: el engorde "acelera el proceso de producción de carne, haciendo que el animal en cinco meses ya esté disponible para faena". De modo que, se oferta mayor cantidad al mercado y los precios se estancan.
Lo cierto es que en un contexto económico inflacionario, de crecimiento lento y con retraso cambiario y con extrema sequía, los valores en el precio de la carne siguen a la baja.
Prosperidad y carne, hasta que sea tiempo de lluvias
¿Por cuánto tiempo podría durar esta estabilidad de precios en el mercado?
Con pronósticos de lluvias sostenidas y la finalización del fenómeno climático de La Niña, se estima que hacia finales del verano los campos comenzarán lentamente a recuperar sus pasturas naturales.
De la mano con este recupero, vendrá el fin de la calma en las pizarras de precios de las carnicerías. De hecho, los ganaderos se enfocarán en normalizar la producción y mientras lo hagan, la oferta disminuirá, lo que se traduce en la máxima "a menor oferta, mayor demanda y aumento de precios".
De este modo, "cuando vuelvan las lluvias, los productores empezarán a retener ganado, se venderá menos y la oferta que llegó a tocar los 53 kilos por habitante al año, pasará a ser de 42 kilos", señala Tonelli.
Desde la Cámara de la Industria y Comercio de las Carnes, aseguran que cuando llegue la época de lluvias con regularidad y cantidad normal, cuando "se empiecen a juntar los 1.000 milímetros que tienen que llover al año en la pampa húmeda", la suba de precios será contundente.
Estiman los empresarios del rubro, que con la recomposición del mercado de la carne, comenzando hacia finales de verano, "el aumento del precio de la carne va a ser entre el 70% y 100% en el segundo semestre de año". A su vez, reclaman la liberación de siete cortes a la exportación a fin de lograr un aumento gradual.
Por Gabriela Maidana