América Latina vive una paradoja. Es una región líder en producción de frutas, verduras, pescado y carne a escala mundial y exporta cientos de miles de millones de dólares en comida cada año. Pero es también la región en donde más se ha encarecido la comida, por lo que casi 57 millones de personas pasan hambre . El problema se ha agudizado a partir de la pandemia de la covid-19, cuando quedaron expuestas las vulnerabilidades de la región, entre ellas una subinversión en el desarrollo de fertilizantes propios.
Si bien la inflación, tanto general como la de alimentos en particular, ha aumentado en todo el mundo, la magnitud del incremento en Latinoamérica y el Caribe es mucho mayor que en otras regiones, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La tasa de inflación de los alimentos promedio para la región alcanzó 43,9% en septiembre de 2022, muy por encima, por ejemplo, del 30% registrado en Asia, región con la segunda inflación alimentaria más alta en el mundo.
El fenómeno guarda relación con varios factores. La depreciación de las monedas en los respectivos países impacta el precio de aquellos alimentos importados. El incremento en el precio de los combustibles, también a escala global, afecta el transporte y la distribución. Además, la guerra en Ucrania ha tenido también un efecto importante ya que Rusia es uno de los principales suministradores de fertilizantes a América Latina y la guerra complicó tanto la producción como la compra de éstos productos desde febrero del año pasado.
La región es exportadora neta de alimentos. América Latina acumula el 14% de la producción mundial de productos agrícolas y pesqueros. Brasil y Argentina han apostado por las tecnologías transgénicas para multiplicar sus cultivos, mientras que, en México, empresarios de sectores como el aguacate han invertido en fuertes campañas publicitarias en el exterior para colocar su producto. Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) asegura que la región exporta anualmente productos por valor de 160.000 millones de dólares. El 87% de esta cantidad tiene como destino otras regiones del mundo; solo el 13% restante se queda en los países productores.
Esta es una de las razones por las que resulta paradójico que 49,4 millones de personas en América Latina y 7,2 millones en el Caribe pasen hambre, según datos de la Cepal. El 5 de abril, México encabezó una videollamada con seis jefes de Estado y dos ministros de la región para llegar a un acuerdo en la reducción de aranceles que pudiera resultar en menores precios de productos básicos. La idea era buscar "soluciones conjuntas frente a las presiones de precios y la carestía presentes en la región", así como "fortalecer la integración y el comercio regional", según la declaración de la alianza.
"Para abordar una posible crisis de seguridad alimentaria y hambre, los países pueden implementar una serie de respuestas políticas integradas", recomendó la FAO en un reporte publicado el martes. "Los programas de apoyo agrícola, como proporcionar a los agricultores semillas, fertilizantes y herramientas, así como capacitación e infraestructura, como sistemas de riego, pueden ayudar a mejorar la producción de alimentos".
Las políticas de protección social, empezando por los programas de alimentación en las escuelas o vouchers o transferencias monetarias, pueden ayudar a la población de bajos ingresos a acceder a alimentos nutritivos, apuntó la multilateral. "Las políticas de regulación de precios pueden garantizar que los alimentos estén disponibles y accesibles a precios asequibles", señaló el organismo.