Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la probabilidad de un evento "La Niña" moderado para diciembre ha disminuido, pasando del 71% al 57%, dejando paso a una "neutralidad fría". Si bien esto trae alivio para los cultivos de verano, también enciende las alarmas por un posible aumento en la intensidad de eventos climáticos extremos.
De acuerdo con el climatólogo Alfredo Elorriaga, las temperaturas en la región clave "Niño 3.4" del Pacífico Ecuatorial han registrado un aumento notable en noviembre, marcando un calentamiento inusual en el océano. Este incremento, junto con un enfriamiento menos pronunciado del Pacífico Central, ha reducido la intensidad proyectada de "La Niña".
Aunque las condiciones actuales representan un alivio para cultivos como la soja y el maíz, que necesitan lluvias regulares, los riesgos de eventos extremos como tormentas más intensas son una preocupación creciente. "Es ingenuo pensar que no habrá efectos secundarios. La mayor energía atmosférica combinada con las temperaturas oceánicas más altas probablemente genere tormentas más violentas y fenómenos disruptivos", alertó Elorriaga.
Elorriaga también destacó que, si bien el debilitamiento de "La Niña" reduce los efectos negativos directos sobre las lluvias en diciembre, los modelos climáticos siguen siendo menos predecibles debido a la creciente variabilidad de las condiciones atmosféricas. Esto obliga a un monitoreo más riguroso para los meses de enero y febrero, donde aún se proyectan efectos residuales de "La Niña".
"El debilitamiento del fenómeno no significa estabilidad; por el contrario, podríamos enfrentar un verano con tormentas más frecuentes e intensas debido a la energía acumulada en la atmósfera", explicó.
Impactos globales y locales
Elorriaga mencionó que el impacto de estas anomalías no se limita a Argentina. En China, por ejemplo, las altas temperaturas ya están afectando la producción de papa, obligando a cambiar las estrategias agrícolas. Este ejemplo evidencia cómo la variabilidad climática global está alterando la producción agrícola en todo el mundo.
En Argentina, el sector agropecuario observa con cautela estos cambios. Aunque la menor severidad de "La Niña" es una buena noticia, los riesgos asociados a eventos extremos como lluvias torrenciales, granizo y tormentas severas mantienen en alerta a los productores.
"Debemos estar preparados para un escenario de mayor incertidumbre climática, donde los efectos de acción y reacción del debilitamiento de ‘La Niña' podrían impactar gravemente en los campos. Es un alivio temporal, pero no debemos bajar la guardia", concluyó el climatólogo.
El próximo verano será un período crítico, no solo para la producción local, sino también para la capacidad del sector de adaptarse a un clima cada vez más extremo y menos predecible.