Desde la Cámara Argentina de Semilleros Multiplicadores (CASEM) explicaron que aunque pueda parecer que su costo es algo superior al de las semillas no certificadas, la inversión se recupera mediante mayores rendimientos, mejor calidad del producto final y ahorro en insumos
La Cámara Argentina de Semilleros Multiplicadores (CASEM) explicó los principales aspectos en torno a la importancia de la semilla fiscalizada.
1. Calidad y pureza genética:
La semilla fiscalizada proviene de procesos controlados y certificados que aseguran su adecuada genética para la especie y variedad. Esto maximiza su productividad.
2. Rendimientos más altos:
Estas semillas han sido seleccionadas y evaluadas para adaptarse a diversas condiciones climáticas y de suelo, lo que incrementa las probabilidades de obtener cosechas más productivas.
3. Sanidad:
Están libres de enfermedades, plagas o contaminantes que puedan afectar el cultivo, reduciendo la necesidad de tratamientos fitosanitarios adicionales, lo que disminuye costos y mejora la sostenibilidad.
4. Trazabilidad:
Al ser certificadas, se puede rastrear su origen y obtener información detallada sobre su producción. Esto proporciona confianza al agricultor y facilita el cumplimiento de las normativas agrícolas.
5. Adaptación tecnológica:
Muchas semillas fiscalizadas están desarrolladas con tecnologías modernas, como resistencia a herbicidas o tolerancia a condiciones adversas, lo que optimiza el manejo del cultivo.
6. Asesoramiento profesional:
La comercialización de semilla fiscalizada generalmente incluye el respaldo de un ingeniero agrónomo capacitado, quien asesora al productor agropecuario en el mejor uso de la semilla para lograr el éxito productivo.
"Aunque pueda parecer que su costo es algo superior al de las semillas no certificadas, la inversión se recupera generalmente mediante mayores rendimientos, mejor calidad del producto final y ahorro en insumos.
Es una herramienta clave para una agricultura competitiva y sostenible", advierten desde CASEM.
En virtud de esto el rol del INASE (Instituto Nacional de Semillas), es esencial para asegurar la calidad, legalidad y sostenibilidad en el uso de semillas en Argentina. Su labor tiene un impacto directo en la productividad y competitividad del sector agropecuario.