El precio de la carne vacuna, medido en moneda constante, se ubica actualmente un 30 por ciento por sobre el promedio de los últimos cinco años. La cifra se destaca en el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), donde se reconoce que la presión sobre los precios está "siendo ejercida por el sector primario, a través del valor de la hacienda en pie, y no por el consumo".
"Estacionalmente, marzo-abril suele ser el período en el que se producen los mayores ajustes en el precio de la carne, producto de una mayor presión de la demanda. En lo que va del año, el precio de la hacienda liviana para consumo en Liniers subió un 25 por ciento, pasando de valores promedio para un novillito liviano de 240 a fin de año a los 300 actuales. Sin embargo, el mayor ajuste se dio durante el mes de febrero", destaca el informe sectorial de la BCR.
En enero, la excusa para la suba de precios se basó en factores climáticos para explicar la reducción de la oferta de hacienda, la cual se intensificó luego de que el Gobierno definiera extender la prohibición de exportar cortes populares. Como protesta, el sector redujo la oferta. "Primero, por las altas temperaturas y posteriormente por las lluvias registradas en una amplia zona ganadera a partir de mediados de mes", sostiene el informe.
Pese a la menor oferta, los valores de la hacienda en pie se mantuvieron relativamente estables durante el primer mes del año, registrando subas moderadas inferiores al 3 por ciento, quedando incluso por debajo del 3,9 por ciento de inflación de ese mes. En febrero, la situación fue distinta, anticipando "la corrección que se esperaba a partir de marzo". según señala el informe. "En el transcurso de febrero el precio del gordo liviano aumentó más de un 15 por ciento, pasando de 247 a 285 pesos el kilo en cuatro semanas", señala la Bolsa rosarina.
"En adelante, la escasez de hacienda que se avizora para los próximos ciclos, sumado a la escalada en el costo de los insumos, añadirá una mayor presión alcista a los valores de venta al público", advierte el informe. La contracara es una caída del consumo de carne, que en una década pasó de 70 kilos anuales per cápita y menos de 50 kilos.
Si se analiza la brecha de precios entre los cortes más económicos y los más caros, vemos una clara reducción hasta inicios de 2020, momento en el cual el nivel de consumo per cápita comienza a estabilizarse o, al menos, a encontrar cierta resistencia a la baja.