Los cultivos de frijol y maíz, pilares fundamentales de la agricultura hondureña, están entre los más afectados, con pérdidas significativas que aún están por determinarse en su totalidad.
Más de 60 técnicos de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) han sido desplegados para realizar un monitoreo exhaustivo en las zonas agrícolas afectadas. Este esfuerzo busca evaluar el impacto de las recientes catástrofes naturales en el sector y determinar los tipos de cultivos y las hectáreas afectadas por rubro.
Víctor Corrales, asesor de la SAG, ha señalado que las áreas más afectadas son la costa norte y el oriente de Honduras, regiones clave para la producción agrícola del país. Las inspecciones de campo están en curso para cuantificar los daños en la agricultura. Arturo Galo, de la Dirección de Ciencia y Tecnología Agropecuaria (Dicta), enfatiza la necesidad de esperar a que bajen las aguas para realizar una inspección detallada de las fincas y calcular los daños de manera más precisa.
Estos eventos ponen de manifiesto la vulnerabilidad del sector agropecuario hondureño ante fenómenos climáticos extremos y la importancia de implementar estrategias de manejo de riesgos y adaptación al cambio climático. Las inundaciones no solo afectan la producción actual, sino que también tienen un impacto duradero en la seguridad alimentaria y en la economía rural del país.
La situación actual en Honduras resalta la urgencia de medidas proactivas para proteger los medios de vida de los agricultores y asegurar la continuidad de la producción agrícola en el país. Es crucial que se tomen acciones concretas para fortalecer la resiliencia del sector agropecuario frente a estos desafíos climáticos.