Estas innovaciones, desarrolladas por investigadores de INIA Quilamapu en Chillán, son el fruto de 15 años de intensa selección, planeadas para estar disponibles en el mercado en 2025.
El director regional de INIA Quilamapu, Javier Chilian, resaltó este logro como un reflejo del continuo esfuerzo del programa de mejoramiento genético de trigo, que durante 60 años ha liberado cerca de 300 variedades, potenciando significativamente la industria panadera y de pastas en el país. Estas nuevas variedades son una respuesta a las exigencias climáticas actuales y están diseñadas para satisfacer las necesidades específicas de agricultores en diversas regiones geográficas de Chile, desde la precordillera andina hasta el valle central y la costa.
El enfoque reciente del programa ha estado en desarrollar variedades tolerantes a la escasez hídrica y más resistentes a enfermedades, reduciendo la necesidad de aplicaciones químicas y beneficiando al medio ambiente. Estas variedades están actualmente en proceso de multiplicación de semillas para su lanzamiento en 2025.
Las variedades de trigo, Mayén y Ankén, están recomendadas para las regiones de Ñuble y Los Ríos, ofreciendo altos rendimientos y resistencia a enfermedades. Mayén se destaca por su grano de tono rojo y un rendimiento cercano a los 100 quintales por hectárea, mientras que Ankén es notable por su tolerancia a altas temperaturas y baja disponibilidad de agua.
Para la producción de pastas, se introdujeron las variedades Michay y Belloto, ambas resistentes a la roya de la hoja y a la roya amarilla, permitiendo a los agricultores evitar el uso de agroquímicos. Michay tiene un potencial de rendimiento de hasta 130 quintales por hectárea bajo riego, mientras que Belloto puede alcanzar 111 quintales por hectárea y destaca por su alto contenido proteico, valorado por la industria de las pastas.
Las tres variedades de triticale, Taucú, Diguillín y Larqui, se presentan como soluciones para la alimentación animal, con rendimientos que varían de 100 a 140 quintales por hectárea, dependiendo de la región y las condiciones de cultivo.
INIA, como la principal institución de investigación agroalimentaria de Chile, subraya su compromiso con el desarrollo sostenible del sector agrícola, generando valor y soluciones innovadoras para los agricultores y la sociedad. Con una inversión que retorna entre un 15% y 25% de rentabilidad social, las iniciativas de INIA buscan enfrentar desafíos como el cambio climático y la sustentabilidad, a través de la extensión y formación de capacidades, alimentos del futuro, y tecnologías emergentes.