Las exportaciones de aceite de palma crudo y refinado de Indonesia alcanzaron un máximo en cuatro meses durante febrero, con un crecimiento del 62,2% respecto al mes anterior. La reducción de impuestos aplicada por el gobierno atrajo a compradores que previamente adquirían el producto en Malasia, fortaleciendo la posición del país como líder en la producción y comercialización de este aceite vegetal.
Según la Oficina de Estadísticas de Indonesia, el volumen exportado ascendió a 2,06 millones de toneladas métricas, el nivel más alto desde octubre de 2024 y un 45,1% superior al mismo mes del año pasado. Estos datos excluyen el aceite de palmiste, oleoquímicos y biodiesel, mientras que se espera que la Asociación Indonesia del Aceite de Palma (GAPKI) publique su informe completo en las próximas semanas.
La estrategia de reducción de impuestos fue clave para dinamizar las exportaciones indonesias. En febrero, el gobierno ajustó el precio de referencia del aceite de palma crudo (CPO), disminuyendo el arancel de exportación de 178 dólares por tonelada en enero a 124 dólares. Este movimiento posicionó al aceite de palma indonesio con precios más competitivos que los de su vecino Malasia, lo que provocó una caída del 16,27% en las exportaciones malasias, las más bajas en cuatro años, con solo 1 millón de toneladas vendidas.
"Los compradores cambiaron sus compras de Malasia a Indonesia debido a los precios más bajos, lo que explica la caída de las exportaciones malasias", explicó Anilkumar Bagani, jefe de investigación de la firma de corretaje de aceites vegetales Sunvin Group, con sede en Mumbai.
A pesar de la reciente restricción sobre la exportación de aceite de cocina usado, las existencias de aceite de palma en Indonesia no se espera que aumenten drásticamente. Esto se debe al crecimiento de las exportaciones y a la implementación de una mezcla obligatoria del 40% de biodiesel en el país, según un operador del sector con sede en Mumbai.
El dinamismo del comercio internacional y la ventaja fiscal aplicada han mantenido los precios del aceite de palma elevados, incluso cuando compite con otras alternativas como el aceite de soja y el de girasol, procedentes de Argentina, Brasil, Rusia y Ucrania.