La inestabilidad del dólar, la proximidad de las elecciones presidenciales y la incertidumbre económica global han llevado a los productores a retener sus granos en lugar de venderlos.
Según Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, "el productor prefiere demorar decisiones y quedarse con el poco grano disponible tras la sequía, por lo que la demanda está reducida. Los compradores, por su parte, intentan colocar su capital de trabajo en granos, aún a pérdida, ya que esto les resulta más orgánico y hasta una pérdida menor que dolarizarse con activos financieros."
Esta situación ha creado un mercado en el que todos desean comprar, pero nadie quiere vender, lo que ha llevado a un aumento en los precios sin que se realicen negocios significativos. Ni siquiera la extensión del dólar agro y la inclusión de más productos en esta categoría ha logrado estimular las ventas.
La guerra en Israel ha añadido a la incertidumbre económica a nivel mundial, lo que ha empujado los precios al alza. Además, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) presentó un informe con rendimientos más bajos de lo esperado en maíz y soja, lo que ha aumentado la preocupación en los mercados.
El clima también ha sido un factor de preocupación. La falta de lluvias ha afectado gravemente al trigo y ha despertado la expectativa de una menor producción de maíz temprano debido a la fecha de siembra que se agota sin precipitaciones. La Bolsa de Comercio de Rosario estima que alrededor de 400,000 hectáreas de maíz temprano se destinarán a la siembra de soja.
En cuanto al trigo, las heladas al final de la semana pasada han generado incertidumbre sobre su impacto. "Este episodio se produce en un momento en el que el cultivo es susceptible a este fenómeno", puntualiza Romano.
Ante esta incertidumbre, Romano recomienda que los productores consideren las oportunidades que se generan en medio de los precios relativos descolocados y los desarbitrajes de tasas. También sugiere seguir de cerca la rentabilidad que los precios a cosecha pueden generar sin exponerse demasiado al riesgo productivo. La toma de decisiones se convierte en un desafío en medio de este escenario incierto, pero también puede llevar a oportunidades inesperadas en los mercados agrícolas de Argentina.