Este escenario, influido por factores climáticos, la presencia de la chicharrita y las complicaciones económicas, pone en duda la disponibilidad futura de maíz, un insumo crucial para la ganadería bovina, así como para las producciones porcinas y avícolas.
Tanto la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) como la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) coinciden en sus estimaciones: habrá menos maíz disponible en la próxima campaña. Según un informe de Rosgan, el mayor desafío será asegurar la suficiente disponibilidad del grano no solo para la ganadería, sino también para abastecer al resto de las producciones intensivas en el uso de maíz.
La cuestión económica juega un papel crucial en la decisión de los productores. El maíz requiere una inversión significativa, y los bajos precios actuales no ayudan a justificar ese esfuerzo. Frente a este panorama, las proyecciones indican una reducción del 20% en la intención de siembra, lo que podría comprometer alrededor de 2.000.000 de hectáreas, llevando la superficie total a 7.700.000 hectáreas. De concretarse esta baja, la producción potencial podría disminuir en más de 10 millones de toneladas a nivel nacional.
Este escenario representa un desafío significativo para los modelos de engorde a corral, que dependen en gran medida del maíz como insumo. En un año en el que se anticipa una reducción en la oferta ganadera, la intensificación de los sistemas de engorde podría ser clave para morigerar las caídas en producción, agilizando los ciclos de engorde.
A pesar de las dificultades, el engorde a corral ha ganado participación este año debido a una mejora en la ecuación económica. El bajo precio de los granos a nivel mundial incentivó un mayor nivel de confinamiento, lo que llevó a un récord de 2,05 millones de cabezas reportadas en establecimientos de engorde al 1 de agosto, superando los máximos del año pasado.
Sin embargo, a medida que se definen las principales variables productivas y los condicionantes de la demanda, el mercado deberá convalidar los valores del maíz. Según Rosgan, el consumo total de maíz destinado a producción animal en Argentina se estima entre 10 y 12 millones de toneladas, un volumen que coincide con la pérdida potencial proyectada ante una eventual caída en la superficie sembrada.