Este resultado se traduce en un mayor rendimiento por cada milímetro de agua disponible, permitiendo a los productores obtener ingresos más altos a pesar de la escasez de lluvias.
Según Hernán Ferrari, investigador del INTA en Concepción del Uruguay, "en años secos, como un ciclo Niña, la fertilización no solo ayuda a mejorar la productividad, sino que puede marcar la diferencia entre pérdidas y ganancias." Al aplicar una combinación adecuada de nutrientes, los cultivos logran producir más kilogramos de grano por cada milímetro de agua, lo cual es crucial cuando las precipitaciones son limitadas.
En el caso específico del maíz, el estudio señala que la fertilización con fósforo puede aumentar los rendimientos hasta en un 34 %, lo que equivale a 2.528 kilogramos adicionales por hectárea. Incluso en campañas con baja humedad, esta práctica se convierte en una inversión rentable que mejora significativamente los ingresos del productor.
Ferrari subraya que, si bien en años El Niño o en condiciones climáticas neutras la respuesta a la fertilización es menor, sigue siendo relevante, con incrementos de hasta un 7 % en los rendimientos. Estos datos demuestran que en un año La Niña, fertilizar se convierte en una estrategia clave para asegurar la rentabilidad y optimizar el uso de recursos hídricos en la producción agrícola.
El informe destaca que, aunque los años secos plantean desafíos, la fertilización es una inversión que vale la pena. "Aun cuando el panorama puede parecer desalentador por las condiciones hídricas restrictivas, la fertilización permite mejorar la eficiencia en el uso de los recursos y marca una diferencia notable en los rendimientos," asegura Ferrari.
Este estudio del INTA brinda información valiosa para los productores, indicando que invertir en fertilización en años secos puede mejorar la productividad y aumentar la rentabilidad, siendo una herramienta esencial para enfrentar la incertidumbre climática en el campo.