La sequía persiste en el norte de Santa Fe y el sur del Chaco, dejando un escenario devastador para los productores agropecuarios. A pesar de algunas lluvias dispersas en el centro del país, en esta región los efectos de la falta de precipitaciones se acumulan, con pérdidas millonarias en los cultivos, mortandad de ganado y un deterioro emocional en los productores que ya llevan varios años enfrentando esta crisis climática sin soluciones de fondo.
Los afectados advierten que la emergencia agropecuaria declarada por el gobierno de Santa Fe es insuficiente y que el sector necesita políticas a largo plazo que brinden previsibilidad y rentabilidad. Sin ellas, la situación podría volverse insostenible.
Pérdidas irreparables en la producción agrícola
El presidente de la Sociedad Rural de Reconquista, Augusto Gastaldo, explicó que la situación productiva en el norte santafesino es crítica, con pérdidas estimadas entre el 50% y el 70% en cultivos como maíz, soja, algodón y sorgo.
"Las lluvias no fueron suficientes ni regulares en toda la región. Lo que se perdió ya no hay forma de recuperarlo", sostuvo Gastaldo, quien enfatizó que los rendimientos agrícolas han caído drásticamente, afectando la rentabilidad de los productores.
A esto se suma la preocupante situación de la ganadería, con escasez total de pasturas, lo que ha llevado a muchos productores a trasladar forrajes desde otras zonas para evitar la pérdida de animales.
"El ganado está muy deteriorado. Ya no solo es la cantidad de pasto perdido, sino su calidad. Para mantener el estado corporal de la hacienda se necesita alimento de buena calidad, y eso hoy no está disponible en la región", explicó el dirigente rural.
¿Es suficiente la emergencia agropecuaria?
El gobierno de Santa Fe anunció la ampliación de la emergencia agropecuaria para productores de los departamentos General Obligado, 9 de Julio, Vera y San Cristóbal, con la posibilidad de extenderla a San Javier, San Justo, Las Colonias y Castellanos.
Sin embargo, los productores advierten que la medida es apenas un paliativo y no soluciona los problemas estructurales del sector.
"No se puede estar mendigando una ayuda. La emergencia agropecuaria es solo un diferimiento impositivo. No alcanza para enfrentar una crisis de esta magnitud", aseguró Gastaldo.
Además, muchos productores ven con desconfianza este tipo de medidas, ya que en lugar de facilitar el acceso a créditos, la declaración de emergencia puede convertirse en un obstáculo para obtener financiamiento.
"En los bancos, cuando querés renovar la carpeta, te encontrás con un sello en rojo que dice 'Emergencia agropecuaria', lo que para muchos gerentes es una señal de alarma. En vez de ayudar, termina perjudicando", sostuvo un productor de la región.
El impacto en los pequeños productores
Para los pequeños productores, la crisis es aún más dramática. La falta de agua ha secado pozos de reserva, lagunas y bajado el nivel de las napas, complicando el abastecimiento de agua para el ganado y el riego de cultivos.
"El panorama es extremadamente difícil. No hay agua en ningún lado. El calor aceleró la evaporación y ahora muchos tienen que salir a comprar agua y pasto, pero ¿cómo lo hacen si no tienen fondos?", advirtió el productor Juan Capozzolo.
La desesperación ha llevado a arar los cultivos para usarlos como alimento de los animales, una medida extrema que refleja la gravedad de la situación y la falta de soluciones concretas.
El pedido del sector: políticas de largo plazo
Los productores coinciden en que, más allá de la emergencia actual, es necesario un cambio en la política agropecuaria para garantizar que el campo pueda recuperarse y no volver a caer en crisis cada vez que el clima golpea con fuerza.
"Si el productor tuviera rentabilidad acorde al riesgo que asume, podría hacer un colchón financiero en los años buenos para soportar los malos. Pero con la presión impositiva actual, eso es imposible", sostuvo Gastaldo.
El norte de Santa Fe y el sur del Chaco necesitan medidas urgentes para afrontar la sequía, pero también una estrategia de largo plazo que brinde previsibilidad y permita la recuperación de un sector clave para la economía regional y nacional.
Por ahora, la incertidumbre sigue reinando en el campo, y los productores enfrentan una de las crisis más difíciles de los últimos años, sin respuestas claras del Estado.
