Juntos, han desarrollado un sistema de producción basado en prácticas ecológicas y han fortalecido espacios de articulación para promover el desarrollo de este frutal.
Originario de Asia y popularizado en Nueva Zelanda, el kiwi ha encontrado un nicho en Argentina, especialmente en el sudeste bonaerense, donde la producción anual alcanza casi 14 mil toneladas, principalmente de la variedad Hayward. Sin embargo, a pesar de su carácter orgánico, la producción del kiwi enfrenta desafíos debido a su naturaleza de monocultivo y la necesidad de insumos externos.
Martina Bertolón, docente de Fruticultura en la FAUBA, ha sido pieza clave en la búsqueda de alternativas más sustentables para este cultivo. Con la participación de entidades como el Ministerio de Desarrollo Agrario de Buenos Aires (MDA), la FAUBA, el INTA y el SENASA, se logró formalizar la Mesa Territorial del Kiwi. Este espacio se ha convertido en un eje central para la cooperación y el desarrollo futuro del kiwi en la región, permitiendo explorar mejoras en el manejo del cultivo, la creación de cooperativas y optimizaciones en el acopio y almacenamiento de esta fruta.
La Chacra Experimental Miramar, propiedad del MDA, sirve como campo de prueba para un diseño colaborativo que integra principios de agroecología. Este enfoque incluye la diversificación de ingresos para los productores mediante la introducción de especies hortícolas y forrajeras entre las filas de kiwi, así como el uso de compost y la sustitución de cortinas forestales exóticas por especies nativas.
La iniciativa busca que este modelo de producción sirva de referencia y "faro de sustentabilidad" para el sector, alineándose con principios ecológicos que promueven la salud del suelo, la biodiversidad y la integración con el entorno natural. Además, señala el camino hacia la agroecología en la fruticultura, un ámbito ideal para aplicar manejos a mediano y largo plazo debido a la longevidad productiva de los árboles.
Este proyecto no solo demuestra el potencial de la fruticultura agroecológica en la región, sino que también subraya el interés creciente por prácticas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Con el apoyo continuo de la academia y la cooperación interinstitucional, el futuro del kiwi en el sudeste bonaerense promete ser un ejemplo brillante de sustentabilidad y colaboración en el sector agropecuario