Sin embargo, un aspecto menos explorado, pero igualmente significativo, es su transformación de ser un exportador neto a convertirse en el mayor importador mundial de productos agrícolas. Este cambio ha tenido un impacto profundo en la agricultura global, un fenómeno analizado en profundidad por Casper Worm Hansen y Asger Wingender, economistas de la Universidad de Copenhague, en su publicación en VoxEU.
El Otro Shock de China: Mientras que la manufactura china ha captado la atención mundial, su papel como consumidor de productos agrícolas ha pasado desapercibido. Con una población enorme y un creciente apetito por la carne, surgió la preocupación en la década de 1990 sobre si la agricultura mundial podría satisfacer la creciente demanda china. Lester Brown, en su influyente artículo y posterior libro, cuestionó la capacidad de China para autoabastecerse y predijo un aumento dramático en los precios mundiales de los alimentos.
Revisión y Resultados: Hansen y Wingender revisaron la pregunta de Brown con 30 años de retrospectiva. Contrario a las predicciones de Brown, el mundo logró abastecer a China sin consecuencias catastróficas para los pobres globales. El estudio reveló que la demanda china fue satisfecha principalmente a través de la expansión de las tierras de cultivo, no mediante el aumento de los rendimientos. Esta expansión es tan significativa que se refleja en los datos globales, con un aumento del 7% en las tierras de cultivo mundiales desde 1995.
Impacto Ambiental: Esta expansión agrícola para satisfacer la demanda china tuvo un costo ambiental. La conversión de pastos y la expansión a áreas previamente no cultivadas resultaron en una pérdida significativa de biodiversidad y contribuyeron a entre un tercio y dos tercios de la deforestación global desde 1995.
Lecciones y Perspectivas Futuras: A medida que la demanda de China disminuya, otros países de Asia y África seguirán impulsando un rápido aumento en la demanda global de productos agrícolas. La conversión de pastos en tierras de cultivo podría cubrir gran parte de este déficit, pero a costa de la biodiversidad y la presión sobre los bosques globales. Hansen y Wingender sugieren que el equilibrio entre seguridad alimentaria y degradación ambiental solo puede lograrse a través del aumento del rendimiento de los cultivos. Las innovaciones como las variedades de cultivos de alto rendimiento y los cultivos genéticamente modificados, que han aumentado la producción agrícola sin expandir las tierras de cultivo, deberían ser una alta prioridad.
Conclusión: El estudio de Hansen y Wingender ofrece una perspectiva crucial sobre cómo la demanda china ha remodelado la agricultura mundial. A medida que enfrentamos desafíos futuros en la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, sus hallazgos subrayan la importancia de la innovación y la adaptación en el sector agrícola.