Cuando la semana pasada el presidente Alberto Fernández dialogó con la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, la brújula no cambió. El foco a atacar por el Gobierno hoy no es una carrera alocada para llegar a la renegociación de una deuda por cerca de u$s 44.000 millones con el organismo multilateral de crédito, el foco es la inflación.
En el Gobierno aseguran que es multicausal. En una entrevista con el diario chaqueño Norte, el ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo "que hay una realidad que es clara: a nosotros nos ocupa la inflación como uno de los objetivos centrales de la política económica.
Se busca ir reduciendo la inflación de una forma consistente, gradual, y se usan instrumentos macroeconómicos (la política cambiaria, la política fiscal monetaria) y también políticas de precios e ingresos, para lograr que haya equidad con respecto a cómo evolucionan los precios a lo largo del país".
Lo que sabe el Gobierno es que la inflación sigue siendo un gran problema porque pega más donde más duele: en los que menos tienen. Porque más allá de la multicausalidad de la inflación y más allá de que ahora se espere para enero oficialmente una suba de precios cercana al 3% y no de 4% como estiman varias consultoras, el problema está. La inflación en los alimentos también está y es obvio que el problema no es fácil de resolver.
Los desajustes de algunos precios pueden llevar a los gobiernos a patear los problemas para más adelante. También pueden llevar a la sociedad a confundirse. Es decir, por un lado hay precios que si no suben distorsionan la economía y por otro lado, si suben implican un nuevo envión a la inflación.
Por eso es bueno saber que cuando se frenan los aumentos tarifarios o los de combustibles tiene que existir una estrategia detrás. Si sólo se frenan para que la inflación no cuente con ese impacto en un mes determinado, lo que hay que saber es que tarde o temprano ese aumento llegará, y si no llega, que los problemas pueden ser otros
¿Todo esto implica que hay que liberar los precios, no cobrar retenciones y bajar los impuestos? Para nada, la política monetaria es una herramienta que tiene que usar el Gobierno. Pero también es bueno crear herramientas inteligentes para poder desacoplar los precios locales de los internacionales y no pensar que si sube la soja es un problema. Es realidad, si sube la soja tiene que ser parte de la solución a los problemas. Es más dinero, no menos, tan simple como eso.
Nadie discute que bajar la inflación es difícil, tampoco se discute que 2020 terminó casi 20 puntos por abajo de 2019 a pesar de la descomunal emisión producto de la pandemia. El Gobierno tiene la posibilidad de hacer política monetaria, no tiene la atadura de la convertibilidad. Tampoco se pone en duda la voluntad de atacar los precios, pero tiene que ser de forma efectiva, no para la tribuna.