Mantener una paridad cambiaria artificial se vuelve cada vez más costoso y las posibles soluciones se van reduciendo, mientras el tiempo apremia.
El Banco Central se enfrenta a un desafío cada vez más difícil: sostener sus reservas en medio de un escenario preocupante. El último intento con el dólar soja no tuvo el impacto esperado y las cifras rojas generan alarmas en el gobierno.
Las reservas netas del Banco Central han mostrado una tendencia descendente, como se refleja en el gráfico de Julián Yosovitch. A pesar de los programas conocidos como dólar soja, que han sido el recurso principal utilizado para intentar mantener los números de la autoridad monetaria, las reservas siguen disminuyendo. Cada vez resulta más evidente que ni el dólar soja ni las restricciones a las importaciones, que han afectado incluso a las provincias, son suficientes para frenar esta caída.
Si observamos las reservas brutas, vemos que inicialmente hubo ciertos festejos con el primer dólar soja, ya que las reservas aumentaron de alrededor de 36.700 millones a más de 44.500 millones. Sin embargo, con el inicio del segundo y tercer dólar soja, las reservas brutas disminuyeron a aproximadamente 32.600 millones. Es un fracaso, pero no se puede culpar únicamente al programa.
La paridad cambiaria artificial establecida con el dólar soja ha generado una situación insostenible. La cotización del dólar se ha mantenido por debajo de su valor real, lo que ha llevado a que los productores ya no quieran vender al precio establecido. Aunque el Banco Central intentó retener una parte significativa de las liquidaciones, esta vez no tuvo éxito.
El ministro de Economía ha recurrido a distintas estrategias, como el Programa de Incremento Exportador y viajes internacionales en busca de inversiones. Sin embargo, las inversiones obtenidas hasta el momento no serían suficientes para cubrir los vencimientos de deuda que se avecinan. La respuesta positiva del Fondo Monetario Internacional se vuelve imprescindible, pero esto podría requerir una devaluación que la líder política del gobierno rechaza. Mantener una paridad ficticia con el dólar soja tiene un alto costo y amenaza con agotar las reservas.
El campo, que venía compensando esta situación, ha encontrado obstáculos en su mercado. La falta de ingresos debido a la sequía y el creciente déficit comercial hacen cada vez más difícil mantener las restricciones al dólar. El cepo cambiario afecta la actividad económica, consume las reservas internacionales y oculta una inflación reprimida. En medio de este escenario, se observan señales de desesperación y fragilidad que preocupan a los operadores.
Aunque no se conocen las cifras exactas, existe consenso en que las reservas netas del Banco Central son negativas. Se sospecha que la entidad está utilizando los encajes que respaldan depósitos en dólares para cumplir con sus obligaciones. Además, el desarme de los swaps chinos también se ha convertido en una fuente de recursos, pero estas medidas no son sostenibles a largo plazo.
La inflación está fuera de control y el Gobierno busca mantener la sensación de que pronto llegarán fondos frescos. Sin embargo, sin recursos para intervenir en el mercado cambiario, las semanas posteriores al cierre de las listas de candidatos se prevén muy difíciles.
El desmanejo económico ha llevado a esta situación crítica, y la sequía solo ha dejado al descubierto las debilidades existentes. Es irónico que el gobierno acuda al Fondo Monetario Internacional en busca de ayuda mientras coquetea con las apetencias chinas sobre el país.
El campo, por su parte, está presenciando la desintegración de sus mercados. Los precios de los granos caen constantemente, a diferencia de lo que ocurre en Chicago. Muchos productores y compradores esperan un nuevo tipo de cambio diferencial, ya sea un "dólar maíz" o incluso otro intento con el dólar soja.
En resumen, el intento de mantener una paridad cambiaria artificial y las reservas del Banco Central se enfrenta a cada vez más obstáculos. Sin un ajuste del gasto y de las variables clave de la economía, la situación se vuelve insostenible.