El agronegocio es la principal fuerza económica de Brasil, su performance es verdaderamente excepcional. Así, por ejemplo, la producción de granos pasó de 241.3 millones de toneladas en 2018/2019 a 271.2 millones en 2021/2022, y la cosecha prevista para el periodo 2022/2023 superaría los 300 millones de toneladas, récord histórico absoluto.
El agro responde por sí solo por más de 50% de las exportaciones, lo que implicó una cifra de U$S 101.100 millones en 2018, que treparía a más de U$S 150.000 millones al concluir 2022; y esto ocurrió a pesar del clima (sequía), la disminución del poder adquisitivo de la población por la combinación de elevada inflación (11.5% anual) y altas tasas de interés (+13.2%), a lo que hay que sumar la profunda polarización política del país, que culminó el 30 de octubre con el triunfo del ex presidente Lula Da Silva, notoriamente enfrentado con el sector de la producción agroalimentaria brasileña, que respaldó en forma prácticamente unánime al presidente Jair Bolsonaro, que apoyó inequívocamente al agronegocio en los 4 años de su mandato.
La confederación de Agricultura Pecuaria Do Brasil (CNA) estima que el producto agro alimentario crecería 2.5% en 2023, después de experimentar una caída de -4.1% en 2022, como consecuencia de los daños producidos por la sequía, que prácticamente destruyó la cosecha de soja en los Estados del Sur.
Lo notable es que en estas condiciones la producción de granos alcanzaría en la temporada 2022/2023 - en la estimación de la CNA-A 312.2 millones de toneladas, que sería 15% mayor a la del ciclo anterior, lo que se debería sobre todo a la excepcional producción de la soja en todo el Centro Oeste y Norte de Brasil, con un valor bruto de la producción que treparía a R$1.257 billones en 2023, de los cuales correspondería a la soja un valor bruto de R$873.000 millones, con un incremento de 7.4%.
A pesar del cambio de gobierno que se aproxima, las perspectivas del agro siguen siendo positivas, a pesar del aumento de los costos de producción de casi 30% entre 2022 y 2023.
Esto reduce los márgenes de ganancias, que a pesar de eso continúan siendo convenientemente remunerativas.
El agro brasileño confía sobre todo en el vigor del mercado internacional, a pesar de que el alza del precio del dólar ocasionado por el aumento de las tasas de interés dispuesto por la Reserva Federal de EE.UU (política del dólar fuerte) ha disminuido sistemáticamente los precios de los commodities agrícolas sus precios permanecerán elevados por la "Guerra de Ucrania" y sus consecuencias en la economía mundial, especialmente el alza excepcional del precio de la energía, de la que depende esencialmente la producción agroalimentaria, que es por definición energética dependiente.
Esta perspectiva optimista abarca también el comercio de carnes en el mercado global, Brasil es el primer exportador mundial de carne bovina y en general el primer vendedor de proteínas animales en el mundo.
Esto implica que el sector ganadero, encabezado por los frigoríficos, obtendrá altos niveles de ganancias en 2023.
China es el principal mercado para las exportaciones del agronegocio brasileño, encabezadas por la soja y las carnes, con embarques que superaron U$S 150.000 millones en 2022, previéndose un aumento de 15% o más el próximo año.
La República Popular habría dejado atrás la pandemia del Covid-19, y experimentaría en 2023 una recuperación de su economía, y por lo tanto de las importaciones agroalimentaria brasileñas, que podrían ascender hasta 8% en el año.
Lula tiene previsto tres viajes internacionales en enero de 2023 a EE.UU, la República Popular y la Argentina; y China se ha convertido en el primer socio comercial de Brasil por encima de EE.UU y de la Argentina.
El papel decisivo de la producción agroalimentaria en la economía brasileña le otorga una relativa -pero efectiva- inmunidad política, frente a sus diversos adversarios, algunos de los cuales tendrán un importante protagonismo en el gobierno de Lula.
La razón de la fuerza política del agro brasileño es su extraordinaria relevancia económica, pero como siempre ocurre en Brasil y en el mundo la realidad termina por imponerse, porque no hay nada más fuerte que ella.