El mes de marzo está por cerrar con un nivel de liquidación de divisas del sector agroexportador muy similar al de febrero. Las cifras preliminares se ubicarían en torno a los US$2100 millones, apenas un 3,7% por debajo del mes anterior. Esta estabilidad en los montos liquidados contrasta con el escenario de incertidumbre económica, volatilidad cambiaria y cambios normativos que afectan al complejo cerealero-oleaginoso.
Según datos de RIA Consultores, hasta el viernes pasado se habían declarado exportaciones por unas 7,4 millones de toneladas, muy cerca de los 7,7 millones de febrero. Esto muestra continuidad en los volúmenes, pero una transformación en la estrategia comercial de los productores.
"La venta de soja muestra niveles similares a los del mes anterior, pero cayeron las fijaciones de precio y aumentaron las entregas a fijar", explicó Javier Preciado Patiño. El analista subrayó que este comportamiento es típico en contextos de incertidumbre, donde los productores prefieren no cerrar precios definitivos.
Este mes, el procesamiento de soja (crushing) tuvo buenos márgenes y podría superar los 3,2 millones de toneladas. Esto permitiría sostener el ingreso de divisas, pese a la cautela comercial.
A pesar de esto, persiste la percepción de que "los exportadores no están liquidando". Sin embargo, las normativas vigentes obligan a liquidar dentro de los 15 días posteriores a la DJVE, por lo que la baja en las fijaciones se explica más por una estrategia de los productores que por una retención deliberada del sector exportador.
Los datos también muestran que marzo comenzó con baja actividad comercial, pero repuntó en la tercera y cuarta semana. El incremento en las entregas sin precio fijado confirma la estrategia de cautela ante un contexto de alta volatilidad económica y cambiaria.
La economista Paulina Lescano destaca que esta situación se ve agravada por las nuevas exigencias en el sistema de DJVE. Estas obligan a adelantar divisas, lo que frena los contratos de largo plazo, especialmente para entregas posteriores a mayo. Esto afecta la planificación de exportaciones de maíz, trigo, soja y cebada.
A ello se suman factores climáticos que complican las tareas de cosecha en varias regiones: lluvias persistentes, falta de piso y exceso de humedad demoran la recolección de granos, afectando el ritmo de comercialización.
"Los productores vienen vendiendo bien, pero esta incertidumbre está frenando nuevas decisiones comerciales", señaló Lescano. En resumen, el mercado de granos sigue activo, pero más prudente, adaptándose a nuevas reglas y a un contexto macroeconómico inestable.