Factores como la falta de lluvias y la incertidumbre económica plantean desafíos adicionales. Dante Romano, experto de la Universidad Austral, analiza la situación y sus implicaciones.
El mercado agrícola argentino se encuentra en un momento crítico en el que los precios de los productos han mejorado gracias a la subida del dólar libre. Sin embargo, esta aparente mejora no se traduce en un aumento en la comercialización de la soja y otros cultivos, lo que plantea preocupaciones sobre la capacidad de los productores para aprovechar esta coyuntura económica.
Según Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, la reciente extensión de la medida del Gobierno que requiere el ingreso de divisas antes del 20 de octubre ha impulsado los precios, pero los productores se enfrentan a obstáculos para aprovechar esta oportunidad.
"Como el 25% de las divisas se pueden disponer, y el dólar libre subió fuertemente, la capacidad de pago asciende, y los precios se disparan. El problema es que el productor ya está vendido en niveles promedio históricos, lo que genera que el volumen de negocios no logre traccionar", explica Romano.
Uno de los desafíos adicionales es la incertidumbre económica y política, lo que lleva a los productores a buscar alternativas para colocar los pesos generados por las ventas. En lugar de invertir en instrumentos financieros, algunos compradores están adquiriendo maíz, el único grano con oferta disponible, a pesar de asumir pérdidas en márgenes.
En cuanto al impacto climático, la falta de lluvias está afectando gravemente a todos los cultivos, especialmente a la soja. "En soja, en menos de un mes comienza la ventana de siembra y esto es demasiado prematuro para que el mercado lo tome. Todo esto redundó en que los fondos especulativos siguieran vendiendo sus posiciones en el mercado de Chicago", señala Romano.
A pesar de la complicada situación, las ventas de soja argentina para el ciclo 22/23 están un 71% por encima del año anterior, pero con una producción significativamente menor. En maíz, aunque se ha avanzado en la siembra, las lluvias escasas y la incertidumbre climática mantienen a los productores en alerta.
El trigo también sufre por la falta de lluvias, y aunque se esperan algunas precipitaciones, los daños ya son evidentes, y se reducen las estimaciones de producción. Además, las ventas de trigo para el ciclo 23/24 están muy retrasadas en comparación con años anteriores.
En resumen, a pesar de las mejoras en los precios impulsadas por el dólar, los productores agrícolas argentinos enfrentan una serie de desafíos, incluida la falta de lluvias, la incertidumbre económica y la necesidad de encontrar alternativas para invertir sus ingresos en un entorno económico y político complicado.