En Jalisco, más de 100,000 hectáreas tradicionalmente dedicadas al cultivo de maíz han dejado de ser sembradas, enfrentando una dualidad de desafíos: la caída global de precios y las severas sequías impulsadas por el cambio climático. Según Roberto De Alba, presidente del Consejo Agroalimentario de Jalisco (CAJ), la combinación de estos factores pronostica una reducción aún mayor en la superficie de siembra, poniendo en riesgo la producción futura de maíz y trigo, dos de los principales commodities agrícolas del estado.
El impacto de la sequía ha sido devastador, con cerca de 300,000 hectáreas de maíz y 6,000 de frijol afectadas solo el año pasado, impactando directamente a unos 60,000 productores locales. La administración estatal ha respondido con un apoyo de 300 millones de pesos destinados a pequeños agricultores para mitigar estos efectos.
En respuesta a la crisis de precios, productores de maíz se manifestaron exigiendo mejores compensaciones por su producción. En una reunión crucial con Víctor Villalobos, titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (Sader), se aseguró que el esquema de apoyo implementado en Sinaloa, que incluye 950 pesos por tonelada, se extenderá también a Jalisco. Este esfuerzo busca mejorar la rentabilidad del sector, más allá de solo incrementar la productividad.