A decir verdad, el presidente Luis Lacalle Pou le hizo una trampa a sus vecinos. Al caer la tarde del miércoles, y minutos antes de contarle a la prensa que su país comenzará finalmente a negociar con China un tratado de libre comercio, su canciller Francisco Bustillo, le comunicó al embajador argentino, Alberto Iribarne, y a los otros diplomáticos de la región lo que iban a decir.
Fue el representante argentino en Montevideo el que llamó por un lado al presidente Alberto Fernández y y por el otro a Santiago Cafiero , para darles el anuncio. El canciller acaba de regresar del G20 en Indonesia, y de Vietnam con otros acuerdos comerciales en la mira y otro enfoque para el Mercosur, que atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. El anuncio de Lacalle Pou llega a pocos días de la cumbre de presidentes del Mercosur, que está pautada para el 21 de este mes en Asunción y donde serán los uruguayos los que asumirán la presidencia pro témpore del bloque.
Pero por si ello fuera poco, el brasileño Jair Bolsonaro, que está en campaña con duro contrincante para las elecciones presidenciales de octubre -Luis Inacio Lula da Silva- anunció este jueves qu no irá a la cumbre de presidentes del bloque del jueves 21. Bolsonaro se lleva bien con Lacalle Pou y con Mario Abdo Benitez pero no con Fernández. "Dije que no voy más. En política, puedes dar marcha atrás en algunas cosas. Pero mi decisión hasta ahora es no ir al Mercosur", dijo a CNN.
El Ejecutivo argentino no hizo comentarios públicos aún como lo hizo en el pasado rechazándolo, pero la molestia está y por ahora se traduce en silencio.
El miércoles, Lacalle Pou se presentó en conferencia de prensa y dijo que su Gobierno había finalizado los estudios de viabilidad del TLC con Beijing y que la conclusión era "positiva". Ahora, las partes van a "empezar formalmente la negociación de un tratado de libre comercio", aseguró. Hasta este jueves, China no había dicho nada oficialmente.
El bloque no avanzó en acuerdos de ningún tipo desde 2019,en parte por la resistencia argentina, por la falta de liderazgo e interés regional de Bolsonaro. También por el proteccionismo latente del kirchnerismo. Es ahí donde Lacalle Pou juega su carta con acuerdos de libre comercio que no puede hacer sin consenso del bloque, o al menos sin romperlo.
La decisión respecto a un TLC con China es polémica en el Mercosur sobre todo para Argentina y Brasil y ha generado fuertes roces entre Lacalle Pou y Fernández, que ahora no se pelean pero no fluyen. Fernández sólo cuenta las horas para que Luis Inacio Lula da Silva gane las presidenciales de Brasil, en octubre, lo que va en ese camino pero nunca es cien por ciento seguro.
En el caso argentino, si bien el kirchnerismo es un socio político y en todos los sentidos con los chinos, y ha firmado la adhesión Al plan de infraestructura de la llamada Ruta de la Seda, le temen. Sober todo en el plano comercial. También los empresarios. Por otra parte, la gran industria brasileña rechaza una apertura comercial a una avalancha de productos chinos.
China es el segundo socio comercial de la Argentina. Pero en el intercambio la balanza siempre registró un creciente déficit para el mercado argentino. De un 139% en el primer cuatrimestre del año, si se lo compara con el mismo período de 2019: es decir, un rojo de US$4030 millones frente a un rojo de los US$1683 millones.
El anhelo uruguayo de firmar un acuerdo con China es de larga data e incluyó a los gobiernos de centroizquierda del Frente Amplio, que también lo reclamaron y siempre se encontraron con la resistencia de Argentina y Brasil, y menos de Paraguay, que juega para un lado y otro. El año pasado, tras un choque en una cumbre virtual entre Lacalle Pou -que dijo que no quería "un corset" comercial para el bloque, y Alberto F. -que le dijo que si quería abandonar el barco que lo hiciera, Montevideo anunció el comienzo de conversaciones comerciales con Beijing. Fue en septiembre de 2021. Una normativa del bloque del año 2000 que cualquier negociación con terceros países tiene que contar con el aval del resto de socios (Brasil, Argentina y Paraguay).
Bustillo, que es muy amigo de Alberto Fernández y en el pasado enfrentó acusaciones hasta judiciales del ex canciller Héctor Timerman cuando era embajador aquí del Frente Amplio en pleno conflicto de las pasteras sobre el Río Uruguay, vive evitando a la prensa argentina. Su posición es incómoda allí y acá.
Este jueves sin embargo, en el Gobierno argentino dijeron que seguían apostando al diálogo. y así se lo viven transmitiendo aquí al embajador de Lacalle Pou, Carlos Enciso.
"Somos pertenecientes al bloque del Mercosur, pero hemos insistido una y otra vez de que Uruguay tiene que abrirse al mundo y debe establecer todo tipo de acuerdos con distintas naciones", dijo el jueves Lacalle Pou, que también refleja el largo reclamo oriental desoído. Los uruguayos están ávidos por colocar sus productos en el mundo porque no tienen casi industrias pero sí producción agropecuaria para vender.
"Los acuerdos suponen prosperidad, suponen oportunidades, suponen trabajo", añadió
Al mismo tiempo, buscó separar el acuerdo de la situación política y de los derechos humanos en China: "Estamos hablando de comercio no de obligaciones políticas recíprocas".