La Cooperativa Apícola de Rauch aplica el manual de buenas prácticas del INTA con una reducción en la mortandad de hasta un 98 %.
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En esta época del año los apicultores deben preparar adecuadamente sus colmenas para el receso productivo haciendo un uso eficiente de los recursos y herramientas que tienen disponibles. Por ello integrantes del equipo apícola del INTA Cuenca del Salado destacan las principales consideraciones para una inspección de fin de temporada efectiva que permitan el desarrollo de colmenas para enfrentar los desafíos del invierno.
Las abejas en su estado natural acopian néctar para transformarlo en miel y almacenarla como reserva energética para el periodo de escasez. El Apicultor, en la práctica, toma parte de esa miel para generar un ingreso económico. Un porcentaje de esos ingresos se debe reinvertir en las colonias para asegurar su supervivencia.
Joaquín Moja -especialista del INTA Cuenca del Salado, Buenos Aires- explicó: "Las abejas acumulan reservas energéticas en los panales (miel) y proteicas en sus cuerpos grasos, para poder sobrellevar el período de escasez y tener la capacidad de reiniciar su ciclo en primavera. Debemos generar una abeja de invierno que debe ser más longeva, que pueda vivir 3 o 4 meses, a diferencia de la abeja de verano que vive 40 o 50 días".
La preparación para el receso productivo es clave para que las abejas tengan buena salud y nutrición. Moja señaló que "deben estar libres de parásitos (varroa) que consumen la proteína corporal de la abeja, esto se evita realizando tratamientos antiparasitarios. Los apicultores deben hacerlo en el momento adecuado para evitar el crecimiento de la población de varroa y que la abeja sana, acumule la mayor cantidad de reservas corporales para el receso".
Una de las primeras tareas del apicultor es categorizar las colmenas. Es primordial que la colmena ingrese con una buena población de abejas. La categorización de las colmenas está dividida en tres: categoría I es en la que todos los marcos de la colmena están cubiertos por abejas, categoría II las que tienen entre 5 y 7 marcos de abejas y la categoría III menos de 5 marcos.
"Hay evidencia que una colmena categoría III -de menor población de abejas- no transita bien el invierno y puede que, durante este período o salida de la invernada, se detecten pérdidas de colonias por desequilibrio poblacional", puntualizó el especialista.
El control de Varroa destructor es una de las tareas más relevantes de este periodo. Se debe monitorear y tratar la población de este parásito en las colmenas durante el otoño para reducir su impacto durante el invierno.
Es importante utilizar productos aprobados y rotar los principios activos para evitar la resistencia del ácaro. El monitoreo mediante la prueba del frasco debe realizarse pre y post tratamiento acaricida para poder evaluar cómo fue el funcionamiento del antiparasitario utilizado.
"El apicultor tiene que hacer un trabajo muy fino para preparar la colmena, aplicar tratamientos sanitarios, administrar la alimentación correcta, evaluar que si no quedaron buenas reservas de miel hay que realizar una suplementación energética estratégica para poder bloquear la cámara de cría, si no hay un buen ingreso de polen, darles un suplemento proteico que ayude a resolver esta cuestión deficitaria. Todo tiene que ser planificado con tiempo y observar lo que el ambiente nos aporta", destacó Moja.
También es muy importante evaluar el estado de la cría. Es fundamental identificar enfermedades como Loque americana y Loque europea. Las colmenas afectadas por Loque americana deben ser eliminadas. Además, se debe prestar atención a la edad de la reina y considerar su recambio de la misma en primavera.
Moja indicó que el apicultor "debe darle a la abeja el mejor ambiente posible para invernar, una buena cámara de cría que esté bien cerrada, que la colmena tenga una buena habitación, que sea saludable y garantizar que no haya enfermedades en la cría".
Se recomienda para la conservación de alzas melarias, un lugar techado y ventilado donde pueda correr aire y así evitar la propagación de la polilla de la cera. A su vez, tener un sistema de control de roedores. Este período es ideal para la clasificación de los panales, descartando aquellos negros o en mal estado.
Es clave, asimismo, contar con una adecuada población y reservas. Se recomienda invernar en cámara de cría, con colmenas categoría I y una reina joven. Se deben asegurar entre 4 y 5 cuadros de miel y 1.5 a 2 cuadros de polen.
Además, se destaca la importancia de llevar registros detallados de campo para tomar decisiones sobre la base de esa información y mejorar la trazabilidad de la miel. Es fundamental consultar a un técnico especializado para obtener asesoramiento personalizado.
Prácticas para un manejo adecuado
Julián Dualde -técnico y productor apícola de Estación Experimental Agropecuaria del INTA Rauch- explicó que "la Cooperativa Apícola de Rauch se conformó hace más de 15 años con el objetivo de poder mejorar la actividad de los apicultores de la zona mediante la aplicación del sendero tecnológico para producción de miel de calidad, esta promueve la producción libre de antibióticos como también contar con una sala de extracción habilitada para la obtención de un producto esperado".
Y agregó: "La cooperativa propone que los productores tengan más herramientas y se pueda hacer un manejo adecuado. Antes se trabajaba de otra manera, hubo una crisis con enfermedades en la cría y esto generó altos índices de mortandad, en algunos casos superando el 50 % de abejas muertas".
Desde ese momento, técnicos del INTA PROAPI junto a técnicos de Cambio Rural trabajaron en conjunto con la cooperativa para difundir la implementación del Sendero Tecnológico para producir miel de calidad. Se elaboró un manual de buenas prácticas y en la actualidad se capacita a productores para que puedan ser lo más rentables y productivos posibles. "De esta manera, se logró bajar la mortandad del 50 % al 2 %", afirmó Dualde.
Algunos cambios que trajo el protocolo para tener un control sobre los apiarios fueron: no poner antibióticos a la colmena de forma preventiva ni curativa, que antes era muy común -hoy la cooperativa lleva más 15 años sin uso de antibióticos-; se insiste en el cambio sistemático de reinas y panales; aplicar tratamiento antiparasitario siempre utilizando productos aprobados por SENASA para uso apícola; no alimentar con miel, porque puede tener algunas esporas de Loque americana y puede llegar a contaminar todo el apiario, entre otros.