Este fenómeno climático ha dejado un saldo preocupante en el sector agropecuario del país, con pérdidas de hasta el 38% en productividad, según un informe de la Dirección de Investigaciones del Grupo Bancolombia.
Los cultivos transitorios, como cereales, raíces, tubérculos, hortalizas y leguminosas, han sido los más perjudicados, constituyendo el 25% del área cultivada nacional. Estos cultivos históricamente son los más vulnerables durante las sequías. Además, la ganadería de leche y la acuicultura también han registrado caídas en su productividad, con pérdidas del 5% y 15%, respectivamente.
El Ministerio de Agricultura reveló que más de 200.596 hectáreas han sido afectadas por el déficit hídrico, mientras que los incendios han consumido unas 8.234 hectáreas. Estos eventos han exacerbado la crisis en el sector, afectando no solo la producción agrícola sino también el suministro eléctrico a nivel nacional, particularmente en Bogotá, donde el racionamiento sigue siendo una medida vigente para conservar agua.
La sequía ha obligado a una mayor dependencia de las plantas térmicas, lo que ha incrementado los costos de energía significativamente. Aunque se esperaba un levantamiento en el sistema de embalses, el consumo de agua no ha disminuido como se preveía.
A pesar del final oficial de la temporada de El Niño anunciado por el Gobierno, el país ya se prepara para La Niña, que podría comenzar a manifestarse en los próximos meses. Se espera que este fenómeno traiga ciclos intensos de lluvias, posiblemente aliviando las condiciones de sequía y ayudando a recuperar los niveles de los embalses, que actualmente se mantienen en mínimos históricos.
La transición a La Niña podría mitigar algunos de los desafíos actuales, aunque las autoridades y los agricultores permanecen alerta ante la posibilidad de nuevos desafíos climáticos. Con la memoria de los incendios forestales y las altas temperaturas aún frescas, el sector agrícola colombiano enfrenta un período de recuperación y adaptación, subrayando la importancia de estrategias de resiliencia climática y gestión de recursos hídricos más efectivas.