Sin embargo, por primera vez desde julio, también se registraron algunos leves incrementos del vector en focos localizados de zonas endémicas. ¿Es para alarmarse?
Expertos de la Red respondieron este y otros interrogantes, en una reunión virtual sobre el manejo de Dalbulus maidis organizada por el proyecto Plagas de CREA, de la que participaron más de 120 investigadores y técnicos de todo el país. Lucas Cazado, líder del proyecto, y Alejandro Vera y Augusto Casmuz, investigadores de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), estuvieron a cargo de las exposiciones, mientras que Federico Zerboni, presidente de Maizar, cerró el encuentro.
Partiendo de que una de las bases para el manejo de plagas es conocer el vector, Lucas Cazado relató cómo CREA, AAPRESID y AAPCE comenzaron en marzo pasado a planificar monitoreos para esta plaga, génesis de lo que terminó siendo la Red Nacional, en la que también participan instituciones de la envergadura de la EEAOC, el INTA y Maizar.
Cazado dijo que la chicharrita estaba presente en todas las latitudes, sobre todo en el NOA y el NEA, pero nunca en la magnitud de la campaña pasada. Sin embargo, destacó, "muchas zonas que habían tenido poblaciones considerables están muy bien hoy". Y resaltó que no todas las chicharritas que aparecen son Dalbulus maidis, es decir, no son vectores del complejo de achaparramiento. En relación con la recientes detección de algunos focos, el especialista dijo que no "son para alterarse, sino para tomar recaudos".
Cómo están hoy los lugares más comprometidos la campaña pasada
Alejandro Vera se enfocó en dos casos donde la plaga tuvo un gran impacto la campaña pasada: San Agustín (este de Tucumán), donde las mayores poblaciones de chicharrita se dieron más tarde (febrero/marzo), y Los Altos (sureste de Catamarca), con altas incidencias desde etapas tempranas del maíz (diciembre/ enero) y en donde en los meses de marzo y abril de 2024 llegaron a registrarse cifras escalofriantes, de más de 2.000 chicharritas por trampa por semana, con más del 90% de infectividad por Spiroplasma.
Tras ese escenario tremendo, potenciado por el mayo más cálido en la historia del planeta, el clima cambió de bando y trajo desde junio heladas letales: "El clima este invierno fue un aliado excepcional, y hoy el escenario es diametralmente opuesto al del año pasado", dijo Vera. "Tanto en San Agustín como en Los Altos, la presencia de Dalbulus maidis es prácticamente nula, no sólo en las trampas sino también en los cultivos inspeccionados".
Las trampas proporcionan información importante, pero también es importante complementarla viendo los cultivos, "volver a lo que nos desacostumbró la biotecnología", recalcó Vera.
Pese a que la situación es mucho mejor que la esperable, el investigador insistió en que no hay que relajarse. En particular, dijo, "hay zonas puntuales, en Tucumán y Salta, donde hay que prestar atención y adoptar medidas para evitar incrementos de este vector. Son lugares aislados, que por sus características agroecológicas permitieron que algunas chicharritas lograran sobrevivir, para comenzar a desarrollarse en maíces voluntarios de dichas localidades.
En algunos de esos focos se aplicaron graminicidas e insecticidas, que controlaron los escapes. "Todo lo que se hace al principio es trascendente. En este escenario cambiante siempre nos desafían las plagas, sin embargo, históricamente siempre aparece la luz al final del túnel", insistió Vera. "Las chicharritas no van a desaparecer de la faz de la tierra como los dinosaurios en el Cretácico. Pero, indudablemente, no va a ocurrir lo del año pasado. Depende de nosotros no permitir los incrementos poblacionales de la campaña pasada".
Además, recalcó que "no es poca cosa que se hayan unido tantas instituciones, asociaciones y empresas por un bien común. Dimos el primer paso, que es lo más importante: asumir el problema y ser el ejemplo de un plan integrador y federal".
Volver a embarrarse las botas y tener planes de contingencia
Bajo la premisa de que "hay que aprender a convivir con el vector", Augusto Casmuz se refirió a las herramientas de control, partiendo de que no hay una receta o solución mágica porque la aparición de esta plaga es multifactorial. "Al planificar la campaña hay que incluir un plan para el manejo de Dalbulus maidis. A diferencia de otros, este vector exige sumar una serie de herramientas, tanto culturales como químicas, para tener un cultivo exitoso".
Lo más importante, antes de incorporar cualquier estrategia para el manejo del vector, es partir de poblaciones bajas. Para ello, la eliminación de los maíces guachos y el monitoreo sistemático de las trampas y de los cultivos es clave. Dalbulus maidis sólo se alimenta y desarrolla en maíz, por lo que es crucial no facilitárselo.
Un segundo nivel de manejo son las prácticas culturales. "A nivel mundial, aún no existen materiales con resistencia. Hay que tratar de trabajar con híbridos que demuestren un comportamiento diferencial, aunque la genética no es la única solución al problema", indicó Casmuz. Entre las estrategias químicas es crucial el tratamiento de semillas, porque los primeros fenológicos del maíz son la etapa más vulnerable del cultivo. La elección de las fechas de siembra incide mucho, su escalonamiento representa un impacto exponencial sobre las siembras más tardías. Y se recomiendan monitoreos exhaustivos del cultivo, apenas emerge el maíz, para determinar hasta cuándo protege el tratamiento de semillas, y cuando aparece este vector (adultos y ninfas). Además, indicó, "el monitoreo también permite hacer un tratamiento diferencial del lote, ya que en general la chicharrita comienza por las borduras", lo que permitirá ahorrar recursos.
Recién como último recurso aparece la aplicación de productos foliares: "Todas las herramientas químicas son de amplio espectro, por lo que es importante aplicar en base a los resultados arrojados por el monitoreo. En cuanto a qué aplicar, "en etapas muy tempranas, lo ideal deberían ser los productos de contacto", dijo Casmuz. "Si se llegara a etapas más avanzadas, deben primar productos que tengan contacto y persistencia en hojas, para el control de adultos y ninfas, y así evitar incrementos de la población", indicó.
Por otro lado, contó el especialista, en Brasil y Paraguay se están empleando también herramientas biológicas. "En la Argentina hay algunas, fundamentalmente, a base de Pseudomonas, Isaria y Beauveria. Son un complemento de lo químico, hay que ver en qué momento aplicarlas para sacarles el mejor provecho".
A modo de conclusión, Federico Zerboni dijo que "queda claro que hay que ocuparse de los maíces guachos, y que ya hay productos registrados, incremento de dosis, experiencia, conocimiento. Hay que bajarse de la camioneta y ensuciarse las botas, porque si llegamos temprano tenemos altas chances de ser exitosos". Para el presidente de Maizar, "es bueno compartir el conocimiento y unirse, todos estamos en esta y todos queremos producir maíz, porque es estratégico para la estabilidad del sistema. Vengo de Jesús María y hay mucho maíz sembrado; no hay que dejar de sembrar por miedo, hoy tenemos más conocimiento y lo podemos manejar".