Camelina es un cultivo de invierno que promete revolucionar el sector agrícola argentino por sus múltiples beneficios ambientales y económicos.
Con una década de desarrollo en Argentina, la camelina se destaca por ser un cultivo adaptable, de ciclo corto y bajo consumo de agua, ideal para reemplazar barbechos y utilizado en la producción de biocombustibles. "Estamos creciendo en la superficie sembrada año tras año", señala Varela, resaltando la adaptabilidad de la camelina a las diversas condiciones climáticas de Argentina y su capacidad de ofrecer beneficios significativos para el suelo.
Ciclo muy corto y alta resistencia al frío, convirtiéndola en una opción perfecta para rotaciones de cultivo.Bajo requerimiento hídrico, necesitando entre 200 y 250 milímetros de agua para un rendimiento óptimo, combinando la humedad del suelo y las precipitaciones.Ausencia de enfermedades y plagas, simplificando su manejo agronómico.Sencillez en el manejo con especial atención en la siembra y cosecha debido al pequeño tamaño del grano.
La expansión de la camelina es notable, extendiéndose desde Salta hasta Bahía Blanca, con casi 12 mil hectáreas sembradas este año y un objetivo de alcanzar las 20 mil hectáreas en la próxima campaña. Este crecimiento está apoyado por el lanzamiento de nuevas variedades, adaptadas específicamente a las condiciones locales, con dos variedades ya inscriptas y el plan de introducir un total de seis.
La ventana de cosecha para la camelina se sitúa desde finales de octubre hasta la primera quincena de noviembre, marcada por un ciclo dependiente de la temperatura. El uso principal de este cultivo es la producción de biocombustibles avanzados, lo que requiere un proceso de certificación riguroso para asegurar su sostenibilidad ambiental.
Chacra Servicios se compromete con los productores a través de contratos que garantizan la compra del 100% de la producción bajo criterios de sustentabilidad, incluyendo la verificación de la geolocalización de los lotes para evitar impactos en áreas protegidas o de valor ecológico.
La recepción por parte de los productores ha sido extraordinariamente positiva, con una tendencia al alza en la adopción de la camelina. "El año pasado, más del 80% de los productores repitieron el cultivo y aumentaron su superficie", destaca Varela, reflejando el creciente interés y confianza en las bondades de este cultivo.
La camelina no solo representa una oportunidad económica para el sector agropecuario argentino, sino que también se alinea con los esfuerzos globales por una agricultura más sustentable y respetuosa con el medio ambiente. Su desarrollo y expansión son un testimonio del potencial de innovación y adaptabilidad del campo argentino, marcando un camino hacia un futuro más verde y renovable.
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