Brasil y Venezuela vuelven a estrechar lazos políticos y económicos en medio de un contexto internacional tenso, marcado por la decisión de Estados Unidos de aplicar aranceles del 25% a países que compren petróleo venezolano, a partir del 2 de abril de 2025.
Lejos de retroceder, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva fortalece su vínculo con Caracas con acuerdos estratégicos que abarcan energía, agricultura, soberanía alimentaria y comercio bilateral, a pesar de las advertencias geopolíticas de Washington.
Una de las piezas centrales de esta cooperación es la compra de electricidad venezolana para abastecer el estado brasileño de Roraima, único fuera del Sistema Interconectado Nacional (SIN). La reactivación de la línea con la central hidroeléctrica de Guri permite reducir los costos energéticos, las emisiones y la dependencia del diésel.
Siete empresas brasileñas ya fueron autorizadas por la Aneel a importar energía desde Venezuela. Sin embargo, la infraestructura sigue siendo frágil, como lo demostró el apagón de febrero, y hay dudas sobre si la medida de Trump afectará también al sector eléctrico.
Mientras Venezuela cae al tercer lugar en producción regional con apenas 1,25 millones de barriles diarios, Brasil se consolida como líder con 3,3 millones, según Trading Economics.
Esto abre una oportunidad para reforzar las exportaciones brasileñas de crudo y reducir la presión interna para explotar la Cuenca Amazónica, fuertemente cuestionada por ambientalistas.
En 2024, Petrobras incluso evaluó invertir en campos petroleros venezolanos, aunque condicionados a un relajamiento de las sanciones.
El pasado 12 de marzo, el presidente Lula firmó un acuerdo de cooperación técnica con Venezuela que incluye a Embrapa, Conab, el MDA y el Ministerio de Agricultura.
El pacto abarca temas clave como sistemas de reserva de alimentos, producción de semillas estratégicas y cooperación en café y maíz. También prevé participación de movimientos sociales rurales y comunidades campesinas.
Aunque el MST no fue mencionado oficialmente, el día después del anuncio, el gobierno de Nicolás Maduro otorgó 180.000 hectáreas de tierras al MST brasileño para desarrollar un proyecto agroecológico binacional.
"Este es un proyecto humano y cooperativo liderado por movimientos campesinos alternativos del mundo", dijo Maduro al anunciar la cesión de tierras recuperadas en el estado de Bolívar.
La cercanía de Lula con Maduro ha reactivado críticas internas en Brasil. El diario O Estado de São Paulo afirma que el gobierno brasileño busca "restablecer relaciones con pragmatismo" tras las polémicas elecciones venezolanas de 2024.
El acercamiento se enmarca en una agenda de contactos bilaterales, cooperación técnica y defensa de la integración regional, que podría generar fricciones con EE.UU., especialmente si se perciben señales de alineamiento con Caracas.
La próxima cita clave será el 9 de mayo en Moscú, cuando Lula y Maduro coincidirán en la conmemoración del Día de la Victoria, invitados por Vladimir Putin.
La expansión del vínculo Brasil-Venezuela tiene impacto directo en el comercio agropecuario regional, las cadenas de suministro, el flujo de tecnologías agrícolas y el posicionamiento de ambos países frente a bloques como BRICS o Mercosur.
En un contexto global donde los alimentos, la energía y el clima marcan la agenda, estas alianzas comienzan a definir nuevas coordenadas de poder en América Latina.