Cabe señalar que estrategias como el control de precios y las restricciones a las exportaciones, entre otras, son ideas obsoletas que históricamente no tienen el efecto esperado. Por el contrario, este tipo de intervenciones provocan graves cuellos de botella en el sector productivo, lo que tiende a reducir las inversiones, lo que suele ir seguido de una reducción de la producción en las industrias afectadas por dichas medidas.
La mejor estrategia para contener los precios en el país sería la adopción de una política fiscal equilibrada, capaz de reducir la inflación del sector público, permitiendo una reducción de la carga impositiva, lo que de por sí sería bastante eficaz contra el aumento de los precios. Otro aspecto beneficioso sería la potencial apreciación monetaria que permitiría una reducción de los costos de importación, otro punto que contribuiría a la baja de los precios de los alimentos.
Para la industria de la carne, este es un año muy complejo, con la perspectiva de cambios en los patrones de consumo en el país. Como se ha discutido en publicaciones anteriores, estamos en un año en el que se debe consolidar la reversión del ciclo ganadero. La expectativa es de precios más altos para las categorías de reposición, lo que a su vez debe resultar en la retención de matrices por parte de los productores enfocados en la crianza. La retención de matrices desencadenará un proceso de reducción en el número de animales sacrificados en Brasil, es decir, habrá una menor producción de carne vacuna y otros subproductos en 2025.
Otro aspecto importante a mencionar es que las exportaciones de carne de vacuno tienen un enorme potencial en la actual temporada, con la posibilidad de establecer un nuevo récord de envíos. Brasil está trabajando para abrir nuevos mercados, además de ampliar los mercados que ya son cautivos de la carne brasileña.
Además, el país es altamente competitivo en el mercado global, reuniendo las mejores condiciones de producción en comparación con sus principales competidores. Estados Unidos, la Unión Europea, Australia, Argentina y Uruguay enfrentan dificultades en mayor o menor medida en la producción de carne de res. Las condiciones en Brasil también son ampliamente favorables para la expansión de los envíos de carne de cerdo y pollo.
El rigor sanitario es otro diferenciador importante. Si bien Brasil es una referencia mundial en bioseguridad, sus competidores enfrentan serias dificultades. En las primeras tres semanas de 2025, ya se registraron múltiples casos de influenza aviar en Estados Unidos, mientras que en Alemania se registraron dos casos de fiebre aftosa, algo que no ocurría en el país desde 1988.
Otro aspecto que aumenta la competitividad brasileña es el comportamiento del tipo de cambio a principios de año. Con serias dudas sobre la política fiscal, la salida de capitales de Brasil es evidente. Las tensiones en la geopolítica global pueden indicar una mayor aversión al riesgo entre los inversores a lo largo del año, lo que refuerza la premisa de un real devaluado.
Incluso con la paridad actual, con el dólar por debajo de la línea de 5,90 reales, hay una ganancia significativa de competitividad para las commodities brasileñas en el mercado internacional. Para la industria exportadora, el ambiente es favorable, con una excelente tasa de conversión del dólar al real en las negociaciones internacionales.
Los precios que se pagan por las proteínas animales han ido en aumento en las últimas semanas en el mercado internacional, lo que hace aún más interesante el recuento de las exportaciones. Este escenario apunta a una clara orientación de la industria frigorífica nacional hacia las exportaciones.
Asociaciones como ABIEC, ABPA y el propio Ministerio de Agricultura han trabajado intensamente durante esta década para abrir nuevos mercados. Esta es, sin duda, una de las prioridades de la industria de la carne en 2025:
Abrir nuevos mercados, agregar valor y ampliar las ventas a mercados que ya son cautivos de la carne brasileña. Esta combinación de factores está dando como resultado el mayor volumen de la historia de exportaciones de los tres principales tipos de carne producidos en el país.
Lo cierto es que con exportaciones tan agresivas habrá menos disponibilidad de carne de res y pollo en la temporada actual. La única de las tres proteínas que debería crecer en oferta interna es la de cerdo, aun así parece insuficiente para contener un posible alza en los precios de la carne en 2025.
La población brasileña prefiere consumir carne de res y, en su defecto, priorizará el consumo de proteínas competidoras, especialmente la de pollo. Esta preferencia por proteínas con menor valor agregado se observó a principios de esta década, durante un período de fuerte crecimiento de los envíos en un momento de reducción de la matanza de ganado (2020 a 2022).
El año en curso indica un patrón de consumo similar al definido en el período antes mencionado, con la población buscando alternativas para satisfacer sus necesidades de consumo de proteína animal. Pollo, huevos y embutidos tienden a ganar preferencia en otro año en el que la industria cárnica se encamina a presionar las tasas de inflación.
Cabe señalar que incluso entre industrias habrá una gran ventaja en la obtención de ingresos al comparar los mataderos autorizados para exportar y aquellos que operan sólo en el mercado interno. Este tipo de entorno conduce a la concentración del mercado.
Desde la perspectiva de los productores brasileños, este es un año interesante, con potencial de mayores precios del ganado engordado. Sin embargo, también es necesario considerar el aumento de los costos de reposición, con categorías más jóvenes que presionan los márgenes de los productores enfocados en el engorde.
La gestión de precios, riesgos y operaciones se hace sumamente necesaria en un mercado cada vez más competitivo y exigente. El margen de error es mínimo y los errores en las operaciones pueden resultar en enormes pérdidas. Este es el secreto para garantizar que tanto las industrias como los agricultores tengan una larga vida en la actividad.
